Crónica de las XXX Jornadas del Planetari de Castelló (2024)

Crónica de las XXX Jornadas Astronómicas del Planetari de Castelló.

Por segundo año consecutivo, la organización de las ya clásicas Jornadas de Astronomía del Planetari de Castelló ha recaído en el propio personal del Planetari, dejando atrás una época de colaboradores externos, habitualmente amateurs.

En este mismo blog podemos encontrar un resumen de lo que fueron las del año pasado, y este año teníamos la consigna y nuevamente el compromiso de la Concejalía de Educación y Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Castellón, al que pertenece el Planetario, de situarlas -como mínimo- al mismo nivel.

Superar algo así, en cuanto a asistentes y batería de conferenciantes -que encima crearon sinergias durante el fin de semana entre ellos- no parecía resultar fácil, y más cuando este año partíamos con una organización temporalmente retrasada debido a temas burocráticos.

Buscar a brillantes investigadores e investigadoras de nuestro estado, que además destaquen en la comunicación con el público, no es fácil cuando empiezas a organizar sólo 60 días antes de las jornadas, pero, aun así, lo conseguimos. Por tanto, desde estas líneas agradecer a todos los y las conferenciantes, el privilegio de poder contar con su saber y la rápida implicación en aceptar las invitaciones para participar.

Nuevamente la respuesta de los inscritos igualó la del año pasado, desbordando sobradamente el aforo ofrecido de nuestro salón de actos (120), y la publicación definitiva de nuestro programa recibió el reconocimiento no sólo de los y las asistentes, si no la felicitación de otras entidades de divulgación a nivel estatal.

Y como lo mejor, si no pudisteis asistir, es contaros quiénes, y de qué nos hablaron, vamos allá con la crónica de lo que fueron las XXX Jornadas.

Viernes 22 de marzo

Entrega de credenciales y presentación de las Jornadas a cargo de D. Jordi Artés (director del centro) y la Concejala de Educación y Cultura del Excmo. Ayuntamiento, Dª María España. A resaltar su corta, pero muy interesante presentación en la que remarcó la necesidad de la divulgación de la ciencia para la sociedad.

Tras la presentación, la conferencia inaugural corrió a cargo del Dr. Vicent Martínez, Catedrático de la Universidad de Valencia y durante más de una década, director de su observatorio astronómico. El Dr. Martínez Investiga en Cosmología, en particular en el estudio de la distribución de galaxias a gran escala. Su actividad docente y de difusión de la ciencia le valió el Premio a la Enseñanza y Divulgación de la Física de la Real Sociedad Española de Física y la Fundación BBVA, el Premio Nacional de Divulgación Científica José María Savirón y el Premio a la Excelencia Docente del Consejo Social de la UV y la Generalitat Valenciana. Es coautor de dos libros de texto universitarios y de divulgación científica.

Su conferencia versó sobre los apenas de 2 años del Telescopio Espacial James Webb. Sus primeras observaciones se hicieron públicas el 11 de julio de 2022. Desde entonces no ha dejado de sorprender a la comunidad astronómica y al público en general.  El telescopio está dotado de una instrumentación capaz de analizar las atmósferas de los planetas extrasolares y buscar en ellas indicadores biológicos. Sus cámaras, que observan en el infrarrojo, están jugando también un papel fundamental en el estudio del universo primitivo, aportando información, a veces desconcertante, sobre las primeras galaxias que se formaron en el universo, pocos centenares de millones de años después del Big Bang.

Sábado 23 de marzo

El sábado fue el día más intenso sin duda. Empezamos la mañana con la ponencia de mi buen amigo y colaborador en la organización de estas Jornadas, Borja Tosar, uno de los mejores divulgadores astronómicos de Galicia y colaborador habitual de la Casa de las Ciencias de A Coruña. Su ponencia versaba sobre la «lluvia extraterrestre». La lluvia es uno de los agentes mas importantes de nuestro planeta. El ciclo hidrológico modela valles y montañas aportando agua al interior de continentes permitiendo la subsistencia de los ecosistemas. Ahora que estamos conociendo otros mundos y la lista de exoplanetas confirmados está por el 5.500 y subiendo, nos preguntamos ¿llueve en otros mundos? ¿Es el paraguas exclusivo de la Tierra?.

Posteriormente dimos paso a la conferencia del Dr. Alberto Aparici, físico de partículas, conocido divulgador castellonense (aunque su labor sea mucho más conocido en Valencia) que se encarga de la divulgación en el IFIC-CSIC. Siendo un físico de partículas, disfrutó y nos hizo disfrutar hablándonos de los «agujeros negros y el premio Nobel de 2020» Los agujeros negros son objetos peculiares, compuestos esencialmente de gravedad. Su existencia se teorizó a finales de la década de 1930, pero no fue hasta la década de 1960 cuando se empezó a tomar en serio, gracias a una serie de descubrimientos en astrofísica y a los trabajos teóricos de Roger Penrose. Por esas contribuciones, Penrose recibió la mitad del Premio Nobel de Física de 2020. La otra mitad galardonó a los astrofísicos Andrea Ghez y Reinhard Genzel, cuyos equipos demostraron a lo largo de las décadas de 1990 y 2000 que el centro de nuestra galaxia alberga uno de estos objetos, pero de tamaño gigantesco: casi tan grande como la órbita del planeta Mercurio. En esta charla explicó la física básica de un agujero negro, y repasó cómo las contribuciones de todos estos científicos han ayudado a dar forma a lo que hoy sabemos sobre estos objetos, que exploran un régimen de las leyes de la física que no se da en ningún otro lugar del universo.

En el descanso, este año la Concejalía de Cultura se hizo eco de la necesidad del café para salvar el mundo de las jornadas presenciales, y disfrutamos de un Coffe-break más que digno en todos los descansos, naturalmente con agua, té y unas pastas que también ayudaron y mucho a todos los asistentes. Excelente iniciativa que esperamos mantener en las próximas ediciones.

A las 12:30 retomamos la mañana con la conferencia del Dr. Juan Ángel Vaquerizo. Astrofísico y divulgador, en 2007 se incorporó a al Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) como responsable didáctico (y posteriormente coordinador) del proyecto PARTNeR (NASA-INTA) de radioastronomía educativa. En 2009 comienza su actividad como responsable de proyectos educativos en la Unidad de Cultura Científica del Centro de Astrobiología (centro mixto CSIC-INTA), cuya coordinación asume de 2016 a 2021. Actualmente trabaja en la iniciativa educativa CESAR (ESA-INTA-Isdefe) que acerca la astrofísica y ciencias del espacio a profesores y estudiantes. Compagina su actividad con el comisariado de exposiciones sobre la exploración espacial como “Marte, la conquista de un sueño” (2017) o “Tras la Luna. Explorando los límites del espacio” (2019). Es miembro del Grupo de Enseñanza y Divulgación de la Astronomía en la Sociedad Española de Astronomía (SEA) y Punto Nacional de Contacto de la Oficina para la Educación en Astronomía de la Unión Astronómica Internacional (IAU), y además -por si fuera poco- venía muy bien recomendado por su amigo y compañero el Dr. Jorge Pla del CAB. La verdad es que nos descubrió la exploración marciana de la forma más bella que podíamos esperar, y para todos aquellos que soñamos con Marte y con ver antes del final de nuestras vidas, la exploración humana del planeta Rojo, fue una conferencia magistral.

Posteriormente, todas y todos los conferenciantes fueron invitados a comer -una paella, cómo no- a un restaurante cercano, de forma que cumplimos el objetivo de crear nuevas sinergias entre ellos y facilitar la asistencia a las primeras conferencias de la tarde.

La primera ponencia de la tarde corrió a cargo de Dª Maritxu Poyal, conocida astrofotógrafa española por haber alcanzado unos límites increíbles en sus capturas del cielo. Pertenece a la Agrupación Astronómica jerezana Magallanes y la mayor parte de su trabajo astrofotográfico está dedicado a cielo profundo, formando el equipo Sky-Astrofotography , junto a Jesús Vargas . Hasta la fecha ha sido premiada con 7 APOD-NASA y más de 40 AAPOD , AAPOx2 ; APOD-GRAG , APOD by astronomy , LPOD  y EAPOD. Curiosamente en estos dos últimos años ha hecho un viaje a la sencillez, y divulga la astrofotografía hecha con medios sencillos y económicos, así nos presentó «Astrofotografía Low Cost».

La siguiente conferencia corrió a cargo de la Dr. Elisa Nespoli con «Pirotecnia Celestial, fenómenos de altas energías». Elisa es doctora en Astrofísica por la Universidad de Valencia. Es directora del Diploma de Experto en Astronomía Observacional en la Universidad Internacional de Valencia (VIU) y profesora del máster en Astronomía y Astrofísica en la misma universidad. Su rama de investigación son los sistemas binarios de rayos X, que estudia en un amplio rango de longitud de onda, desde el infrarrojo hasta los rayos gamma. Es miembro del equipo de estudio científico de la misión espacial THESEUS. Apasionada docente y divulgadora, desde 2022 es coinvestigadora principal del grupo de investigación de Astronomía de VIU, desde 2023 es responsable de Innovación docente para la Escuela Superior de Ingeniería, Ciencia y Tecnología. Su charla estuvo dedicada a los fenómenos más violentos y espectaculares del universo, desde explosiones de supernovas, pasando por los destellos de rayos gamma, hasta agujeros negros supermasivos en el centro de las galaxias, destacando la participación española en misiones espaciales futuras de la ESA dedicadas a su estudio.

Tras un nuevo Coffe-break, retomamos el último tramo de la tarde con la conferencia a cargo del Dr. Jorge Mira Pérez. El curriculum de Jorge es también impresionante. Físico, catedrático de electromagnetismo e investigador del Instituto de Materiales de la Universidade de Santiago de Compostela (USC). Sus líneas de investigación van desde la ciencia de materiales (coautor de trabajos con el Premio Nobel John B. Goodenough) hasta la física médica, la modelización matemática de sistemas sociales y áreas de ingeniería civil, química y eléctrica. Ha recibido numerosos galardones por su trayectoria académica y científica, el más reciente la Medalla Galicia de Investigación 2022 en el área de física, matemáticas y ciencias de la computación. Es académico correspondiente de la Real Academia Galega de la lengua. Presidente de la Comisión Deontológica del Colegio Oficial de Físicos de España. Fue director del departamento de física aplicada de la USC y asesor del Ministerio de Educación y Ciencia de España para la creación del Laboratorio Internacional Ibérico de Nanotecnología (INL). Ha recibido varios galardones por su trayectoria divulgativa, el más reciente el Premio de la Confederación de Sociedades Científicas de España a la difusión de la ciencia 2023. Fue un placer conocerlo en persona, pero lo fue más asistir a una deliciosa conferencia que llevaba por título «¿A qué altura empieza el cielo?», que naturalmente reflexionó sobre el concepto de «cielo» son un recorrido desde la antigüedad.

Finalizamos el día más intenso de las Jornadas con la conferencia de un habitual de nuestras Jornadas, D. Ángel Gómez Roldán. Divulgador especializado en astronomía y ciencias del espacio, trabajó durante más de catorce años como operador de telescopios en el Observatorio del Teide del Instituto de Astrofísica de Canarias, IAC. Organizador a lo largo de una década de cursos de astronomía para el profesorado de secundaria en el IAC, ha participado en expediciones científicas por todo el mundo para la observación de eclipses totales de Sol, auroras polares o lluvias de meteoros. Es el director y editor de la revista Astronomía, que en 2024 cumple su 39º aniversario. En 2016 recibió el Premio Especial del Jurado de los Premios Prismas a la Divulgación Científica de la Casa de las Ciencias de A Coruña, y en 2022 el Premio Internacional Starlight a la Educación y la Difusión de la Astronomía.

En esta ocasión nos vino a hablar de «Explorando los orígenes del sistema solar» en la que nos puso al día de la actualidad de todas las misiones encargadas de estudiar, aterrizar o tomar muestras de los objetos más antiguos de nuestro sistema solar, los cometas y asteroides.

Domingo 24 de marzo

El domingo lo empezamos con una ponencia de D. José Vicente Casado, sin duda nuestro mejor «cazador de meteoritos», y viejo conocido también de nuestras Jornadas. Ha participado en  la realización de los contenidos para múltiples museos sobre dinosaurios mineralogía y paleontología. Lleva coleccionando meteoritos unos 30 años y recogiéndolos  desde la caída de Villalbeto de la Peña hace 20 años. Ha realizado múltiples exposiciones sobre meteoritos y ha formado un grupo que colabora con la Universidad Politécnica de Cataluña en el que ha recuperado más de 600 meteoritos en diversas partes del mundo. Jose Vicente nos habló de su experiencia cazando meteoritos por todo el mundo y nos trajo muestras, no sólo de meteoritos, si no de «cosas» que también caen del cielo, pero no son muy naturales, y si no fijaros en la foto de su ponencia….eso redondo de encima de la mesa, si ¿sabéis que puede ser?

Posteriormente dimos paso a una conferencia a cargo de la Dra. Laura Martínez Parró, que precisamente vino a hablarnos de «Defensa Planetaria», y es que después de conocer que el cielo puede caer sobre nuestras cabezas, lo mejor es saber si podemos evitarlo.

La Dra. Laura M. Parro es graduada en Geología, Máster en Procesos y Recursos Geológicos y Doctora en Geología por la Universidad Complutense de Madrid en el año 2020. Especialista en geología planetaria, con estudios geológicos sobre las superficies de Marte, la Luna, Ceres, Europa y diversos cuerpos menores, es actualmente investigadora postdoctoral en el Instituto de Física Aplicada a las Ciencias y a las Tecnologías de la Universidad de Alicante con un contrato de excelencia de la Generalitat Valenciana, ligada al grupo de trabajo de Ciencias Planetarias desde el año 2021. Parte de su etapa postdoctoral (entre 2022-2023) también incluye una estancia en el «Lunar and Planetary Laboratory» de la Universidad de Arizona (EE.UU.), y pertenece a los equipos científicos de las misiones espaciales DART (NASA) y Hera (ESA) encargados de la Defensa Planetaria. Desde hace unos años compagina su labor de investigación con actividades de divulgación en múltiples formatos (radio, televisión, seminarios, etc), buscando la unión entre la ciencia y la transmisión general de conocimiento a la sociedad.

 Su conferencia versó sobre los millones de asteroides volando por el espacio que miden desde centímetros hasta kilómetros, y más o menos peligrosos. De esa lista, más de 30.000 están catalogados como NEOs -objetos cercanos a la Tierra-, lo que implica que sus órbitas pasan cerca, en términos astronómicos, de la órbita terrestre. ¿Cuáles de ellos pueden ser peligrosos? ¿Qué misiones espaciales los estudian? ¿Por qué algunos de ellos son binarios?  Lógicamente nos habló del trabajo realizado desde la Universidad de Alicante en las misiones DART (NASA) y Hera (ESA) de Defensa Planetaria.

Tras el último Coffe break de las Jornadas, la conferencia de clausura corrió a cargo del Dr. Alberto Fernández Soto. Asturiano de Gijón, por formación Licenciado en Física y Matemáticas y Doctor en Física y por profesión astrónomo (Científico Titular del CSIC) en el Instituto de Física de Cantabria desde 2008. Anteriormente investigador en la State University of New York (1996-1997 y 1999-2000), University of New South Wales (Sydney, Australia, 1997-1999), el Osservatorio Astronomico di Brera-Milán (2000-2002) y en el Observatori Astronòmic de la Universitat de València (2002-2008). Investiga en Cosmología Observacional, en particular los procesos de formación y evolución de las galaxias, y ha desarrollado técnicas pioneras de medida de distancias cosmológicas basadas en imagen que hoy son standard y se utilizan en prácticamente todos los grandes proyectos internacionales. Ha formado parte, entre otros, de los equipos científicos de la cámara OSIRIS en el telescopio GTC y de ARRAKIHS, la primera misión espacial europea liderada desde España.  Su conferencia «El origen del Universo: a lo mejor ni tan Big ni tan Bang» nos hizo reflexionar sobre la historia que conocemos del universo, con una revisión de conceptos que damos por supuesto en la divulgación de la astronomía y que quizás deberíamos de matizar muy mucho.

Con una sala de conferencias al completo, despedimos las que han sido las XXX Jornadas de Astronomía del Planetario de Castellón y empezamos a pensar en la XXXI edición, ya que nuevamente el listón ha quedado muy alto.

¿Te vas a perder las próximas?

¡Saludos!

Diamantes azulados en el cielo

Diamantes azulados en el cielo

La primavera boreal y otoño austral se aproximan. Independientemente de nuestras preferencias sobre las estaciones meteorológicas, para nuestras preferencias astronómicas están claras. El equinoccio marcará la igualdad del día y de la noche, y a partir de ese día, los días empezaran a ser más largos que las noches en el hemisferio norte y al contrario en el hemisferio sur.

Esto hará más cómodas pero cortas nuestras observaciones astronómicas en el Norte, y más incomodas, pero más largas nuestras observaciones en el Sur.

Y si ya hemos hecho una primera toma de contacto con el cielo, es hora de nuestra primera observación detallada de uno de sus objetos. Incluso si ya hemos adelantado este paso, ¿en qué objeto nos podemos detener pausadamente en su observación con facilidad?

Es difícil seleccionar un solo objeto de todos los visibles en el cielo; los planetas, los detalles lunares, cúmulos estelares (abiertos y globulares), galaxias, nebulosas difusas y planetarias, estrellas dobles y más difícil aconsejar el instrumento adecuado para cada tipo de observación, que será tema de otra entrada en algún momento.

Casi todos los observadores experimentados del cielo estarían de acuerdo que nuestro primer instrumento óptico debe de ser unos prismáticos. Asequibles, de fácil uso, sin necesidad de mantenimiento, muy portátiles, de uso también terrestre diurno, en definitiva, una inversión de la que no nos arrepentiremos.

Normalmente, además de la marca, encontraremos unas siglas pintadas en todas de las muchísimas ofertas del mercado: 8×30, 7×50, 10×50, 20×100…. Incluso a veces en formato 10-20×100.

Es fácil: el primer digito es el aumento proporcionado y el segundo detrás del «x» es el diámetro de la lente de cada uno de los tubos que componen el binocular. El último formato es que los prismáticos están provistos de zoom, pero habitualmente el segmento asequible de estos aparatos suele presentar deficiencias para la observación astronómica.

Prismáticos Nikon. 7×35, resistentes al agua. Aunque de prestigiosa marca y de calidad, la diferencia de diámetro de 35 mm a unos de 50 mm es suficiente para hacer que nos decantemos por los segundos para astronomía. En una búsqueda en cualquier plataforma de ventas on-line tenemos multitud de marcas, calidades y características (y precios). Crédito: Nikon Corp.

A mayor aumento, más detalle pues proporciona una imagen mayor, y a mayor diámetro de la lente, mayor número de estrellas débiles podremos captar. Pero no nos engañemos, a partir de un aumento de 7 o de 10, sostener unos prismáticos «a pulso» resulta complicado (necesitaremos de un trípode) y además la reducción del campo aparente abarcado limita nuestra observación de «gran campo» que es con lo que más disfrutamos astronómicamente hablando con estos instrumentos. Si deseamos ver con detalle los cráteres de la Luna, y no solo los principales, precisaremos un pequeño telescopio, al igual que si queremos ver detalles en los planetas.

Por tanto, es hora de estudiar la adquisición de unos prismáticos o incluso de pedírselos prestados a alguna persona que posea unos, normalmente son instrumentos no tan delicados como un telescopio y muchísimo más compactos y portátiles.

Y antes de finalizar con esta brevísima introducción a uno de nuestros primeros acompañantes de las noches bajo las estrellas, un par de cositas. Comentar que también deberíamos tener en cuenta el tamaño de la denominada «pupila de salida». Es el resultado de dividir el diámetro de la lente entre el aumento. En unos 7×50 será por tanto el resultado de 50/7. Esta división siempre debe proporcionar un resultado no demasiado inferior ni tampoco demasiado superior al tamaño de nuestra pupila que se dilata como mucho hasta el valor de los 7 mm en condiciones de oscuridad.

Para acabar de liarte un poco más, la calidad de los prismas Bak4 (Bario) siempre es superior a los BK7 (Boro-Silicato) y tiene que ver con la naturaleza con la que están hechos los prismas interiores de los prismáticos y la dispersión en la refracción (cromatismo). Esta especificación tiene que venir en las características que nos proporciona el fabricante, aunque no viene grabada como los aumentos y la abertura en el cuerpo de los prismáticos.

Unos prismáticos de 7×50 o 10×50 se encuentran dentro de los mejores instrumentos asequibles del mercado y nos proporcionan entre 7 y 9 grados aparentes del cielo, es decir, ideales para grandes campos en la Vía Láctea, algunos objetos extensos como la galaxia de Andrómeda, la Híades, las Pléyades, el Pesebre, la Luna en su conjunto, en fin, muchos objetos que podemos descubrir en noches estrelladas y de baja polución lumínica.

Primer objeto de una lista interminable

Contemplar la Vía Láctea, con sus miles y miles de estrellas agrupadas, es una visión maravillosa con prismáticos. Pero si queremos observar un objeto especifico con detalle y reflexionar sobre su naturaleza y sus implicaciones en la naturaleza de las noches estrelladas, sin duda yo recomiendo el cúmulo estelar de las Pléyades.

Captura del programa Stellarium

Se trata de 7 estrellas visibles a simple vista en la constelación de Tauro, en la parte superior occidental de Orión visto desde el hemisferio norte. Su latitud celeste (llamada declinación) de +24 º permite que también sean visibles desde el hemisferio sur en sus noches estivales. Aunque claro, para una latitud intermedia como la nuestra (del Mediterráneo) -pero en el hemisferio Sur- nunca alcanzan más allá de unos 25º de altura respecto al horizonte.

Eso nos convierte a los observadores del hemisferio norte de la Tierra en privilegiados para observarlas, porque cuando pasan por el meridiano (línea imaginaria Norte-Sur) alcanzan unos algo más que generosos casi 75º de altura sobre el horizonte desde nuestras comarcas (latitud 40ºN).

Es más, este conocido cúmulo de estrellas desde la antigüedad y prehistoria, se sitúa cerca aparentemente de la eclíptica -el camino exacto del Sol, pero también el aproximado de los planetas y la Luna- lo que provoca de vez en cuando bonitas conjunciones planetarias u ocultaciones lunares.

Fotografía de las Pléyades tomada por el autor con un Newton de 15 cm. Datos en la fotografía.

Su configuración (de «pequeña cucharilla») y su cercanía entre ellas, nos llama la atención en cuanto las localizamos en el cielo, tanto como se la pudo llamar a Homero (750 a.C) o a Hesíodo (700 a.C), que las citan en sus obras. Pero no solo son citadas por estos autores de la Grecia Clásica, diferentes civilizaciones alrededor del mundo han citado a este grupo estelar de una forma u otra en sus textos sagrados o ilustraciones y cuya finalidad pudo ser variada.

Encontramos petroglifos donde también es posible intuir- grabado en piedra de una forma tosca- esta configuración celeste. Es muy posible que -por ejemplo- en uno de los petroglifos de Campo Lameiro (Pontevedra, España) que datan de la edad de Bronce, se encuentre este grupo celeste, reflejando ya el interés del hombre primitivo por el cielo, con sus miedos y esperanzas, a la vez que buscando una utilidad práctica a las configuraciones celestes como el calendario, debido a sus ciclos regulares.

El cúmulo abarca más de un grado aparente en el cielo (la Luna llena es medio grado) y ya resulta intuitivo pensar que están vinculadas (por la gravedad) y no es un producto de nuestra perspectiva visual. Así es, configuran lo que llamamos un cúmulo estelar abierto (por contraposición a los cúmulos globulares), que suele albergar estrellas relativamente jóvenes y disponerse en el plano galáctico.

Los campos marcados responden a zonas estudiadas con detalle con el Hubble. Crédito :NASA

Las descendientes de Atlas, son citadas como siete en número y con nombres diferentes en distintas culturas; las siete cabritillas, las seis ninfas, las siete hermanas, o sencillamente las «seis estrellas» que conforman Subaru en Japón, ¿de qué os suena este nombre? Y es que, de las 7 estrellas principales, Pleione es quizás la más difícil de percibir a simple vista y quizás por eso en algunas ocasiones solo se citan seis, aunque nos resulta raro.

Sorprende que Kepler, a través de su profesor de matemáticas y astronomía Michael Maestlin, en la universidad de Tubinga (Alemania), cite 14 estrellas en el grupo y además su ubicación con precisión.

El número de Pléyades visible depende de nuestra agudeza visual -tanto en magnitud como en separación angular de componentes- y por supuesto de la calidad del cielo. ¿Cuántas cuentas tú a simple vista?

Galileo, probablemente el primer observador con telescopio de las Pléyades, y contemporáneo de Kepler (aunque este último nunca llegara a observar el cielo con uno de ellos), recoge casi 40 componentes. El telescopio de Galileo era un instrumento muy deficiente y pequeño, pero proporcionó los primeros descubrimientos interesantes de la astronomía.

Pero con un salto de 400 años, nuestros prismáticos, por sencillos que sean, nos van a mostrar nada menos que más de medio centenar. Si nuestros prismáticos son de «los grandes» (por ejemplo, 20×80), el número de estrellas supera las 100 componentes. Más de 100 preciosos diamantes celestes claramente azulados.

Detalles del cúmulo estelar de las Pléyades

Con los prismáticos, además de la abundancia de componentes, sorprende su color ligeramente azulado, por contraposición con el color de la relativamente cercana estrella Aldebarán (alfa de Tauro), de clara tonalidad naranja. Podemos realizar esta comparativa moviéndonos desde las Pléyades a la estrella en varias ocasiones, pero después lo ideal es descansar los prismáticos sobre un soporte -un trípode de fotografía sería lo ideal y existen adaptadores económicos para acoplar los prismáticos- y observar con pausa el cúmulo.

Su tonalidad azulada revela que son estrellas jóvenes y calientes. En espectroscopia estelar esto viene caracterizado por los llamados tipos espectrales, en este caso estrellas de tipo B (véase la tabla superior de las estrellas principales). Su tamaño y por tanto luminosidad real de la estrella, vienen caracterizado por la clase de luminosidad [1] de su clasificación espectral; la clase III es para las gigantes y la clase IV subgigantes, mientras que sólo la clase de luminosidad V son estrellas enanas (en luminosidad) propias de la llamada secuencia principal (SP), a la que pertenece, por ejemplo, el Sol. De las 7 estrellas principales, solo encontramos a Pleyone como miembro de la SP.

Tipos espectrales. A la izquierda figura la estrella (catálogos HD, SAO o Yale) junto con su tipo espectral. Cada espectro de un tipo espectral nos proporciona información sobre sus atmósferas estelares. Las rayas oscuras corresponden a la absorción de elementos o moléculas que están presentes en estas atmósferas. Créditos: NOIRLab.

Por tanto, parece que este cúmulo se ha formado no hace mucho más de 100 millones de años (Meynet et al, 1993), y sus estrellas, más masivas que el Sol, van a evolucionar rápidamente. De hecho, el número de enanas blancas (las primeras identificadas por la astrónoma Cecilia Payne) que se han encontrado asociadas al cúmulo, así lo indican. Es decir, las estrellas que nacieron más masivas, evolucionaron rápidamente a gigantes rojas y posteriormente a enanas blancas, ello podría venir justificando esa edad mínima estimada. Sin embargo, no se encuentran restos de nebulosas planetarias, lo cual tampoco es excesivamente sorprendente teniendo en cuenta las pocas decenas de miles de años que son visibles estas nebulosas, resultado de la expulsión de las capas más exteriores de las estrellas.

Y es que tanto en observación visual (alrededor de Maia, pero especialmente de Mérope) como alrededor de todo el cúmulo en exposiciones fotográficas, encontramos grandes nebulosas azuladas de reflexión (con espectros idénticos a los de las estrellas cercanas), pero ausencia de nebulosas planetarias. Hasta hace unas pocas décadas, estas nebulosas azuladas de reflexión se atribuía a los restos de la propia formación del cúmulo, sin embargo, es poco compatible que estrellas jóvenes, masivas y luminosas, con intensas radiaciones, mantengan aún cercanía relativa a sus nebulosas originales. Actualmente se acepta más que el cúmulo están atravesando una zona rica en polvo interestelar debido a las diferencias en las componentes de las velocidades propias entre las zonas de nebulosa y las estrellas del propio cúmulo.

Es curioso que uno de los cúmulos estelares más cercanos (¿440 años luz?) y mejor estudiados, nos depare esta sorpresa, como también lo es la determinación de su distancia.

Captura de pantalla del software libre Aladin Sky Atlas (Centro Datos astronómicos de Estrasburgo). Portal de entrada al Observatorio Virtual (VO), el mayor repositorio de datos astrofísicos profesionales del mundo. Acceso a todos los datos disponibles de cualquier objeto. En este caso, podemos ver como podemos obtener el valor del ángulo de la paralaje de una de las estrellas de la Pléyades y en que catálogo.

La primera medición por paralaje que consideramos más exacta de la era espacial la realizó el satélite Hipparcos (ESA, 1989-1993) [2], misión destinada a obtener paralajes y movimientos propios de un millón de estrellas a menos de 500 años luz (paralajes de más de 0,007 segundos de arco), y para las Pléyades la distancia calculada fue para sorpresa de muchos de 384 años luz, menos de los algo más de 400 años luz considerados antes de la astronomía espacial. Una diferencia tan abultada en un cúmulo cercano y modelo para el estudio de otros cúmulos abiertos más lejanos, después de casi un siglo de astronomía estelar, puso nerviosos a muchos astrofísicos.

Con errores acumulados de Hipparcos que se reconocieron en la calibración de distancias precisamente gracias a estrellas «cercanas» como las de este cúmulo y revisiones posteriores [3], y sobre todo las mejoras de los nuevos telescopios espaciales -especial atención a la liberación de las diferentes compilaciones de la misión espacial GAIA de la ESA actualmente en curso- ha sido posible refinar a valores de paralaje de 7 a 8 mas (400-450 años luz) en diferentes componentes del cúmulo.

Pero antes fue el propio telescopio espacial Hubble (2005) [4] y el VLA en Nuevo México del NRAO (VLBI, 2014 -contando con radiotelescopio de Arecibo-) [5] quienes se trabajaron la corrección de distancias determinadas por Hipparcos.

Tanto Gaia DR1 con 160 estrellas del cúmulo y valor calculado de 435 años luz, como Gaia DR2 (2018) con casi 10 veces más de estrellas estudiadas, arrojando un valor de 445 años luz, aseguraron que las Pléyades y su diagrama de HR constituyen un buen método para conocer la evolución estelar y mantenerlo como patrón de distancias y conocimiento de la evolución de otros cúmulos más lejanos, pero eso, es otra historia.

Ahora, sal y disfruta con unos prismáticos de estos diamantes azulados de la noche estrellada.

Gracias por leerme, recuerda seguir este blog si te gusta, y nos vemos bajo las estrellas.

Referencias:

[1] https://www.sea-astronomia.es/glosario/clase-de-luminosidad

[2] https://www.esa.int/Science_Exploration/Space_Science/Hipparcos_overview

[3]http://simbad.u-strasbg.fr/simbad/sim-id?Ident=*+eta+Tau&NbIdent=1

[4]https://hubblesite.org/contents/news-releases/2004/news-2004-20.html?Year=2004&page=2&filterUUID=8a87f02e-e18b-4126-8133-2576f4fdc5e2

[5]https://www.science.org/doi/10.1126/science.1256101

Las noches más oscuras entre perros de caza

Las noches más oscuras entre perros de caza

Para algunos observadores del cielo la astronomía es una actividad de verano, y es una verdadera pena.

Naturalmente es del todo respetable, muchos son los motivos que pueden obligarnos a no disfrutar del cielo de invierno -ya sea en el hemisferio Norte como en el Sur-, una de ellas puede ser lógicamente la salud propia o quizás la incomodidad de las temperaturas en función del rigor de nuestras temperaturas en esta época del año.

Sin embargo, durante las noches de invierno tenemos más horas de oscuridad, el Sol está más bajo por debajo de nuestro horizonte de observación local, y al igual que durante el verano, tenemos verdaderas joyas en el cielo para explorar en observación visual como para fotografiar.

Es obvio que voy a hablar del cielo del invierno boreal, sencillamente porque es el que conozco y he observado durante muchos años, y junto con la entrada del pasado verano [1] pretende ser un acicate para que salgáis a observar el cielo estrellados alejándoos de las luces urbanas, que nos borran el cielo.

Al igual que la entrada del pasado verano, pretende ser un texto de motivación, de iniciación, y ojalá sea para algunas personas, motivo para justificar una salida bajo el cielo estrellado invernal en este caso.

Preparando la salida

Es invierno aquí en el hemisferio norte (si estamos en el hemisferio Sur podemos aplicar las recomendaciones de mi entrada del pasado julio), por tanto, nos conviene no solo encontrar un lugar de observación relativamente accesible con un cielo poco polucionado de luces urbanas, si no también ir preparados para unas temperaturas incómodas. La contemplación del cielo requiere de poco movimiento físico, eso implica que la sensación de frio se irá incrementando respecto a la que tenemos habitualmente en la ciudad, y además nos encontraremos en un lugar a campo abierto, donde la temperatura es necesaria más baja.

Una buena opción es buscar un albergue o casa rural. Lo ideal es que tenga poca iluminación exterior o que se encuentre sensibilizado para la observación del cielo. Así, podemos encontrar por toda la geografía de nuestro estado (y cada vez en más países) un listado de alojamientos Starlight [2], no digo que sea siempre la mejor opción, pero por lo menos son establecimientos que se han comprometido con la causa de respetar el cielo nocturno, y en muchos casos incluso realizan actividades astronómicas o tienen instrumentos astronómicos disponibles para los huéspedes.

Captura de la página de la Fundación Starlight vinculada al Astrofísico de Canarias. Se pueden encontrar alojamientos y territorios donde hay un compromiso por preservar la oscuridad del cielo nocturno. Puede ser un buen referente en el caso que queramos explorar los alojamientos rurales.

Sea como fuere, está bien que nos enteremos si donde nos vamos a desplazar, es un lugar con un buen horizonte de visibilidad, y si durante la noche vamos a estar cerca de poblaciones o instalaciones que nos impidan disfrutar del cielo estrellado. Estamos realizando un esfuerzo para disfrutar de nuestra afición, es lógico que nos aseguremos que el lugar elegido es un lugar propicio.

Si elegimos la opción de un alojamiento rural, tenemos la ventaja de estar a pocos metros de unas instalaciones de abrigo que nos permite entrar en calor, o tomar alguna bebida caliente durante la observación de forma confortable, sobre todo si la misma es prolongada.

Carta celeste o planisferio, brújula, linterna preferiblemente frontal con luz roja, móvil cargado y mucha ropa.

Si la opción es desplazándonos a campo abierto para volver tras la observación, el coche puede ser nuestro lugar de refugio para descansar si lo necesitamos, recordando que cuando nos refugiamos del frio es importante poco a poco desprenderse de ropa si después vamos a retomar la observación.

Y es que la ropa de abrigo no debe faltarnos, así como bebida (ya sea agua o bebida caliente en un termo), un móvil con la batería cargada y un lugar donde nos encontremos relativamente cómodos y seguros, con el que se supone nos hemos familiarizado o explorado con anterioridad a la noche de observación.

Independientemente de si llevamos instrumental de observación astronómica o no, llegar de día al lugar de observación (especialmente en el segundo caso) suele ser muy importante. Tenemos tiempo de prepararnos para la noche, sacar el material para la observación, material complementario, abrigarnos, ubicarnos, avisar que hemos llegado bien y comprobar que toda marcha según lo que hemos previsto. De todo ello ya hablamos en la entrada mencionada del pasado verano, pero no puedo si no más que insistir, sobre todo si es de nuestras primeras veces que salimos y vamos a solas.

Si somos metódicos podemos prepararnos una pequeña lista en la que marcar que llevamos todo el equipo, ropa, bebida, móvil cargado, depósito de combustible completo, algo de comida, linternas adecuadas, etc.

Eligiendo la fecha

Cualquier día despejado puede ser bueno para salir a ver el cielo. Si estamos en verano, la salida de una Luna llena puede ser una buena excusa para escaparnos a algún lugar cercano a nuestra localidad, las posibles luces urbanas cercanas en este caso no nos importan demasiado por la presencia de la Luna, aunque lógicamente siempre afean la escena.

Pero en el caso del invierno, posiblemente no nos apetezca salir por el frio a ver la salida de la Luna llena. NO es que las salidas de la Luna llena en invierno no sean igual de preciosas, sencillamente que lo que nos interesa es disfrutar de un cielo estrellado y para ello hacemos kilómetros y nos exponemos a temperaturas poco agradables, y en el caso que tengamos Luna, la noche deja de ser oscura, la Vía Láctea y muchas estrellas débiles visibles a simple vista sencillamente desaparecen.

Por tanto, además de asegurarnos unas condiciones climatológicas adecuadas, una noche sin nuestro satélite en el cielo nos permitirá disfrutar plenamente del cielo. Para elegir la noche adecuada, pues solo tenemos que mirar un calendario con las fases lunares, consultar las fases lunares en cualquier Web de centros que ofrezcan este tipo de efemérides [3] o un sencillo programa de planetario que nos devuelva esta información.

El cielo estrellado

Al igual que comentamos en la entrada de verano, para familiarizarnos con el cielo y reconocer las constelaciones, precisamos una carta celeste. Bien nos podemos hacer con un planisferio, o bien imprimirnos una carta celeste on-line o desde un programa gratuito como Stellarium [4]. En este último caso, recordar que el programa nos permite imprimir en colores inversos (las estrellas y líneas de unión de constelaciones en negro y cielo en blanco) y así ahorramos tinta y nos facilitamos la tarea de interpretar la carta con una luz débil, que siempre será de color rojo.

Una aplicación de teléfono móvil, una linterna de luz blanca (normalmente led de demasiada potencia) o los faros de nuestro coche no son nunca una buena idea. Nos deslumbrarán y tardaremos más de 15 minutos en volver a tener nuestra pupila dilatada.

La carta siguiente es el cielo observable desde la ubicación de Castelló de la Plana en el caso que no tuviéramos polución lumínica. El horizonte en este caso esta personalizado, lo traté en la entrada anterior [5] pero en este caso no tiene ninguna importancia.

Captura de Stellarium en visión 360º y con horizonte personalizado por el autor descrito en la entrada anterior

Este mes de febrero es un mes interesante para observar en su plenitud el cielo de invierno boreal. Hemos dejado atrás las noches más frías y caminamos hacía el equinoccio de primavera y el cielo propio de esta estación.

La Vía Láctea, al igual que en el verano boreal, atraviesa nuestra vertical. En dirección del horizonte Sur no alcanza la misma espectacularidad de la que observábamos hace seis meses -dirección del centro galáctico – pero tampoco nos dejará indiferentes.

En esta dirección encontramos precisamente la estrella con brillo aparente que más resplandece en el cielo: Sirius o alfa del Can Mayor. Esta estrella tenía mucha importancia para los egipcios, y su brillo no paso desapercibido para otras civilizaciones. El Can Mayor es uno de los perros que acompañaban al cazador Orión en sus excursiones de caza. El otro perro, el Can Menor, apenas es una constelación que podamos resaltar si no fuera por presencia de la estrella más brillante de la misma, Proción.

Orión a la derecha superior de la torre, y Sirius del Can mayor pegada a la misma por su izquierda

Y formando un triangulo a la derecha de los canes tenemos precisamente al inconfundible Orión, una de las constelaciones más bonitas del cielo. Estas noches alcanza su máxima altura en el Sur, y lo encontramos -visto desde el hemisferio Norte- formando una enorme «cafetera italiana». Pero claro, los antiguos griegos no disponían de cafeteras italianas y si mucho interés por depositar en los cielos sus creencias y leyendas. En Orión, además de las tres estrellas del cinturón que se disponen en línea recta, podemos identificar las brillantes estrellas Betelgeuse (hombro) y Rigel (pie). Fijémonos en su diferencia de color: Betelgeuse es ligeramente naranja y Sirius es blanca.

Captura con Stellarium en la configuración de colores invertidos, ideal para imprimir y llevar al campo.

Además, Orión se está defendiendo eternamente en el cielo de la constelación de Tauro. Esta disposición, formada por una enorme letra «V» alargada y tumbada hacía Orión destaca por dos cosas: la presencia de la estrella anaranjada Aldebarán (el ojo del toro) y un pequeño grupo de siete estrellas que conforman el cúmulo estelar de las Pléyades -y que algunas personas confunden con la Osa Menor-. Si nuestra vista es fina podremos separar las siete, pero si no tenemos una vista excelente, solo llegaremos a distinguir seis. Eso sí, si las observamos con unos sencillos prismáticos nos quedaremos conmocionados con la cantidad de estrellas que podemos llegar a contar, más de 100 y casi todas con una clara tonalidad de suave azul. El panorama desde un hipotético planeta alrededor de alguna de estas jóvenes estrellas debe de ser magnifico.

Estamos descubriendo que las estrellas tienen colores y que, además -en algunas ocasiones- se observan en grandes agrupaciones. Pueden parecer una observación simple, pero es parte de la base de la astrofísica estelar.

Más hacia nuestra vertical encontramos a Castor y Pólux de la constelación de Géminis, y prácticamente en la vertical, la brillante estrella Capella, de la constelación de Auriga.

Al igual que en el verano boreal hablamos del asterismo del «Triángulo de Verano», aquí hablamos del «Hexágono de Invierno», en cuyo centro se situaría Betelgeuse ¿puedes localizarlo?

Familiarizarnos con las constelaciones es el primer paso para profundizar en la astronomía observacional. Nos valdremos de alineaciones imaginarias, triángulos, líneas rectas o lo que nos venga a la imaginación para reconocer la carta con las estrellas del cielo.

No perdemos de vista el objetivo; disfrutar del cielo estrellado. Intentar reconocer las constelaciones más importantes -formadas por estrellas más brillantes o formas más singulares- lo debemos plantear como un entretenimiento, porque si el cielo es bueno y está plagado de estrellas (más de 3500), puede no ser algo inmediato.

Si ahora nos giramos hacia el horizonte Norte y volteamos la carta celeste, siguiendo la Vía Láctea reconoceremos al héroe Perseo, a Casiopea (en esta época del año más como letra «M» que como «W») y Cefeo. Intentemos reconocer la línea principal que configura la constelación de Andrómeda más hacia el Oeste. Estas cuatro constelaciones están unidas por una de las aventuras famosas de los antiguos griegos que ha sido llevada a los cines en varias ocasiones.

Captura de Stellarium mirando hacía el horizonte Norte.

Y Ahora hacia el horizonte NE reconozcamos ese gran cucharón de siete estrellas que conforma la Osa Mayor, en realidad solo la parte trasera de la misma. Se encuentra «plantada» y esta posición nos facilitar su localización de la estrella Polar, la más brillante de la Osa Menor, pero que para nada es brillante ni destacable. La Polar o «Estrella del Norte» va a permaneceré inmóvil respecto a los horizontes durante toda la noche y todas las noches del año por coincidir con la prolongación del eje de rotación de la Tierra, es decir, marca el Polo Norte Celeste (PNC). Ha sido durante los últimos dos milenios la estrella que ha dirigido a innumerables aventureros, navegantes y exploradores, pero eso es otra historia.

Bajo de arco que conforma la cola de la Osa Mayor se empieza a levantar -aún a muy baja altura en el horizonte NE- una pequeña constelación que, como en el caso del Can Menor, solo podemos destacar por su estrella más brillante; Cor Caroli. Se trata de los Lebreles o Canes Venatici. Los perros de caza que en este caso no tienen vinculo con Orión ni con la mitología griega. Esta pequeña constelación fue introducida en el siglo XVII y seguro que hablaremos de ello en otro momento cuando hablemos de las galaxias.

Para finalizar prestemos atención al horizonte Este, está saliendo la constelación del León. Quizás sea una de las últimas constelaciones del cielo de estas noches que aún es fácilmente identificable. Esta constelación irá adelantando su salida cada día (unos 4 minutos)- como todas las demás-, y se convertirá en la que dominará el cielo meridional (hacía el horizonte Sur) durante las noches de primavera.

Disfruta de estas noches más oscuras entre perros de caza, cazadores y héroes mitológicos. Ya tendremos tiempo, una vez familiarizados con las estrellas y constelaciones principales, de profundizar en los objetos que contienen.

Muchas gracias por leerme y compartir la belleza de la observación del cielo estrellado.

Referencias del texto

[1] https://cielosestrellados.net/2021/07/17/las-noches-de-los-dias-con-un-calor-de-perros/

[2] https://fundacionstarlight.org/contenido/57-listado-alojamientos-starlight.html

[3] https://astronomia.ign.es/orto-y-ocaso-de-la-luna

[4] https://stellarium.org/es/

[5] https://cielosestrellados.net/2022/01/29/dale-un-horizonte-a-tu-vida-nocturna/

Dale un horizonte a tu vida nocturna

Inserta tu skyline favorito o tu lugar de observación en Stellarium

Stellarium [1] es uno de los programas de planetario o representación del cielo más potentes y completos a los que podemos acceder actualmente, y además es gratuito para las plataformas de Windows, Linux y Mac OS X.

Es de código abierto, es decir, una comunidad se ocupa de su desarrollo, y actualmente va por la versión 0.21.3, después de continuas mejoras y muchas versiones. Es muy realista y sirve tanto para proyectar el cielo de forma excelente en planetarios portátiles, como para generar cartas celestes o como cálculo de efemérides de planetas, cometas y asteroides.

Precisamente de cómo introducir los elementos orbitales de un nuevo cometa descubierto para generar una carta de por donde lo íbamos a poder localizar, hablamos en una pasada entrada [2].

La potencia y las opciones son tantas que no pretendo hacer ningún tutorial al respecto, ya que podéis encontrar información muy extensa y en castellano en la propia página web del programa, y si, el programa naturalmente también está en castellano.

En los próximos meses voy a ocuparme de generar unas cartas de observación del «cielo del mes» para el Planetario de Castellón, donde me encuentro actualmente trabajando de planetarista de forma temporal, y pensé que era una muy buena idea recrear el paisaje que podemos ver desde el planetario, pero de una forma real, es decir, como veríamos el cielo desde ese lugar de observación y si prescindiéramos de la polución lumínica.  Este es el resultado:

Hay que decir que Stellarium permite introducir la polución lumínica (incluso recurriendo a bases de datos si existen) o de existencia o no de atmósfera (efecto de extinción atmosférica).

Te cuento los pasos que he realizado para que tú también puedas incluir tu propio horizonte de observación, tu «skyline» de vida nocturna cuando sales a mirar el cielo.

Primero: capturar el horizonte en una panorámica

Hace años era algo complejo realizar una panorámica de 360º, pero hoy es muy sencillo y no se requieren conocimientos ni equipo especialmente sofisticado.

Puedes realizarlo con cualquier cámara fotográfica o incluso con la del propio teléfono móvil. Si decides realizarla con un cámara, tienes que saber que puedes hacerlo de varias maneras.

La más artesanal es realizarlo en modo manual lo más posible. Prepara tu cámara para disparar en modo manual y a un ISO mínimo de 1000 con un diafragma casi del todo abierto (cierra un punto). Como en función de la luminosidad del horizonte (si hay construcciones o pueblos iluminados) tendrás una velocidad u otra, haz varias pruebas. Hoy en día podemos visualizar la imagen sin problemas y ver si está adecuadamente iluminada. Utiliza un objetivo de distancia focal entre 15 m.m (preferiblemente no fisheye por su distorsión esférica) y unos 35 m.m.

Ahora coloca tú cámara sobre un trípode, y ponla en vertical, tomando unas 2/3 partes de horizonte y solo 1/3 de cielo. Realiza tomas haciendo girar la cámara de forma horizontal (paneo) de forma que en cada toma nueva intentes coger un poco de la toma anterior. Fíjate en algún detalle del horizonte para ello. Completa con las tomas suficientes los 360º.

Ahora, con un programa de ordenador que te monte panoramas como el Hugin Panorama photo Stitcher [3], gratuito y de código abierto como Stellarium, monta el panorama.

Yo particularmente utilizo una versión vieja de Photoshop ©, la CS6 (en adelante me refiero a este programa como Ps), que ya incluía la opción de montar panoramas de forma automática en el menú: «Archivo» – «Automatizar» – «Photomerge». En esta opción seleccionamos la carpeta de fotografías y le decimos el tipo de composición que queremos (por defecto modo automático).

Tras un rato de proceso, en función de la potencia de nuestro ordenador, peso de las imágenes y número, nos habrá montado el panorama de 360º.

Si nuestra cámara posee la opción de capturar panoramas, cada vez más habitual, podemos utilizar esta función. En muchas cámaras esta opción no es de 360º, sino más bien de unos 180º y en apaisado (horizontal). NO importa: hagamos 2 o incluso mejor 3 panoramas recordando dejar 2/3 aproximadamente para suelo y 1/3 para cielo. Recordemos solapar los inicios y finales de cada semi-panorama para poder después completar el de 360º con los programas referidos anteriormente. En este caso la opción del Ps CS6 de composición «Esférica» da habitualmente mejor resultado que la «Automática».

Panorama del Skyline junto al Planetario de Castellón tal cual sale del software Ps

En los teléfonos móviles también podemos encontrar algo similar al punto anterior, a decir que habitualmente la calidad de las tomas con teléfono móvil no es comparable a las de una cámara de óptica intercambiable, al menos en el segmento intermedio. Desconozco si móviles de alta gama llevan ópticas con suficiente calidad para ello, pero todo es probarlo si es el medio que dispones. Puedes comentar tu experiencia si te apetece en este aspecto.

Ni que decir tiene que, si disparamos de forma «artesana», lo realizaremos siempre en calidad RAW (modo en bruto), mientras que, si disparamos mediante funciones de panorama del dispositivo, lo que se nos generará será un archivo de extensión jpg y careceremos de cierto control sobre la imagen. NO suframos excesivamente por este aspecto, Stellarium lo va a mostrar con calidad, pero no con una calidad como para exigir tanta exquisitez.

Segundo: ¿Cuándo capturarlo?

El panorama puede ser tomado tanto durante el atardecer como durante el amanecer. La llamada «hora azul» es buen momento, recordemos: la «hora azul» es ese momento posterior a la llamada «hora dorada» de la puesta de Sol (que es cuando el cielo presenta esos tonos naranjas), o bien previa a la hora dorada en caso de amanecer. En ambos casos – matutino o vespertino- la hora azul se funde con el crepúsculo y no es fácil determinar exactamente cuando empieza y cuando acaba, aunque se suele citar que tiene una duración de unos 15 minutos.

Tipos de luz. Infografía tomada del software Photopills, un software (de pago) muy recomendado

De ahí que precisemos ese mínimo de 1000 ISO y un objetivo con el diafragma abierto casi al máximo para la captura. Es por ello que, durante esos minutos de este momento, es posible que precisemos trípode. Si trabajamos en manual, ajustemos la temperatura de color de la cámara a unos 2000-2800K.

Tercero: procesar el panorama

Sea como fuere, el panorama generado será una imagen extremadamente alargada en el que tendremos que hacer pequeñas trampas con la herramienta del Tampón de clonar o herramientas similares en otras aplicaciones de procesamiento de imágenes para ocultar algunas juntas o el defecto de la perspectiva. Cuanto menos se noten y más perfeccionistas seamos mejor, pero en todo caso nos tenemos que asegurar que los bordes izquierdo y derecho queden con detalles comunes y que se encuentren a la misma altura vertical, sino tendremos que inclinar ligeramente la imagen para que lo hagan.

Los que manejen bien Ps lo pueden hacer mediante copia de una capa semitransparente, y el resto de los mortales lo podemos hacer con una sencilla regla en pantalla.

No nos preocupemos de las diferentes coloraciones en el cielo, porque lo vamos a eliminar, solo es el paisaje el que nos debe de quedar relativamente homogéneo.

Trabajemos ahora la imagen antes de redimensionarla y darle las necesidades del Stellarium para utilizarla como paisaje.

Tras los retoques estéticos es un buen momento para eliminar el cielo, yo personalmente lo elimino y le asigno un verde croma.

Panorama del Skyline del Planetario de Castellón con croma. Se ha tenido en cuenta la altura de las palmeras.

Si el paisaje es una montaña, una herramienta como la varita mágica del Ps va bien. En mi caso el horizonte tenía palmeras, pues el Planetario de Castellón se sitúa en un lugar privilegiado, frente al mar Mediterráneo, y deseaba que entre las hojas de las palmeras se representara también el cielo, y bueno, ahí ya es un trabajo de detallista de algunas horas (aún tengo pesadillas con las palmeras).

Trabajar los detalles en paisajes complejos es duro, pero el resultado merece la pena. Captura de Ps del panorama

Con un verde croma asignado al cielo en mi caso o con una selección del mismo, es momento de suprimirlo (quedarnos solo con el paisaje) y guardarlo como formato gráfico PNG, pero con transparencia.

Recordemos que este formato gráfico solo admitirá transparencia si previamente lo has convertido de RGB a modo indexado, en Ps en el menú: «Imagen» – « Modo» – «Color Indexado».

Por último, se trata de darle el formato que aceptará Stellarium: 4096 x 2048 pixeles.

Cuarto: insertando el panorama en Stellarium

Solo necesitamos la imagen y un archivo de extensión ini (landscape.ini) que proporciona a Stellarium información de la ubicación del panorama (latitud, longitud y altura) así como ubicación de azimut si lo queremos hacer coincidir con los horizontes verdaderos. Personalmente considero importante esta opción, aunque se puede prescindir de ella.

Para generar el archivo de extensión ini (de texto plano), solo necesitamos el bloc de notas de Windows. Podemos copiar uno de los archivos de extensión ini que ya existen en la carpeta de panoramas (landscapes) que se encuentra en la carpeta donde está instalado Stellarium, abrirlo y modificarlo.

Creemos una carpeta nueva en el escritorio. Copiemos allí la imagen en formato PNG y el archivo landscape.ini de cualquier panorama. Abrámoslo y modifiquemos los datos de latitud, longitud y altura de la ubicación de nuestro panorama. Esta información la obtenemos con el móvil abriendo Google Maps o cualquier aplicación de ubicación (que utiliza geolocalización GPS).

Por último, insertemos una línea con el ángulo de rotación que tiene que realizar la imagen para coincidir con los horizontes con «angle_rotatez». Lógicamente, debemos conocer donde se sitúan estos desde el lugar donde tomamos las imágenes. Una sencilla brújula y un detalle del paisaje nos ayudarán a ir ajustando este valor.

Finalmente, generamos un archivo comprimido de tipo zip, de estos dos archivos con el nombre que queramos.

Con esto ya está todo listo, solo necesitamos entrar en Stellarium, ir a «Opciones de vista y cielo», «Landscape»s y seleccionar «Agregar/quitar paisajes», navegamos hasta donde se haya generado el archivo de extensión zip, y doble click al archivo.

Nosotros decidimos después si lo guardamos como predeterminado al abrir el programa, con absorción atmosférica o no, con el paisaje realzado cuando se hace de noche, con el nivel de polución lumínica (que también se podría determinar en el archivo landscape.ini), etc. Jugando con estos valores tendremos el efecto deseado.

Espero lo encontréis de utilidad, y tened en cuenta que Stellarium está en permanente evolución, es posible que en el futuro varíe ligeramente la forma de insertar el horizonte personalizado de cómo está aquí descrito.

Gracias por leerme, y si te resulta útil, no olvides comentarlo o subscribirte al blog.

Saludos.

ACTUALIZACIÓN: 1 de febrero 2022:

Efectivamente, como han citado en un comentario y en privado, es importante la orientación del panorama en el archivo landscape.ini si quieres que coincida con tu orientación real. Tienes el método de la brújula para saber donde de tu horizonte está el norte método del ensayo/error; haz una foto de la salida del Sol y ajusta el Azimut de tu panorama en el archivo citado hasta que coincida.

Comprobación de un correcto Azimut del panorama. Salida del Sol desde la ubicación el 1 de febrero de 2022. Izquierda fotografía, derecha panorama del autor en Stellarium.

Horizonte aplicado a las sesiones de planetario en vivo, en el Planetari de Castelló (Sky Explorer 3, RSA Cosmos), con la colaboración de José Vicente Díaz:

Referencias del texto

[1] https://stellarium.org/es/

[2] https://cielosestrellados.net/2020/07/09/los-cometas-y-los-gatos-c-2020f3-neowise/

[3] http://hugin.sourceforge.net/

¿Qué podemos esperar de la exploración espacial y astronomía en 2022? (y II)

Lo mejor de lo previsto en 2022 (astronomía)

En estas líneas de hoy voy a abordar los principales eventos astronómicos de este año, que también depararán la atención mediática.

Fenómenos astronómicos

Este año vamos a tener un eclipse total lunar en la madrugada del 16 de mayo y un eclipse parcial de Sol el 25 de octubre, aunque este pasará casi imperceptible desde nuestras comarcas, recordando además la peligrosidad del intento de observación de este último evento, si no es con instrumentación adecuada.

Hacía ya unos pocos años que no presenciábamos un eclipse total de Luna (o Luna de sangre) desde nuestra ubicación geográfica [1] , y la verdad es que ya tenemos ganas de volver a ver un espectáculo celeste que ha cautivado históricamente a todas las civilizaciones y que sólo precisa nuestros ojos para contemplarlo. Es cierto que la finalización del eclipse se producirá ya de día con la Luna por debajo del horizonte, por lo que no será tan espectacular como el enero de 2019, pero siempre que nos procuremos un horizonte Oeste despejado de obstáculos, no dejará de ser llamativo y fotogénico. Para consultar las horas de las etapas del eclipse, tenéis una buena referencia en el servidor de efemérides astronómica del Observatorio Astronómico Nacional (IGN) del Gobierno de España [2] .

Imagen del autor tomada durante el último eclipse total de Luna visible desde Castelló de la Plana

De los planetas visibles a simple vista, durante este año destacaremos la visualización del escurridizo Mercurio cerca del horizonte Oeste en las tardes de finales de abril.

El brillante planeta Venus destacará este año como lucero del alba antes de la salida del Sol y en dirección del horizonte Este, siendo una de sus mejores posiciones de observación las madrugadas del mes de febrero. Solo a finales de año el planeta volverá a verse de forma vespertina hacía el horizonte Oeste.

Marte este año alcanzará la oposición -o mínima distancia a la Tierra-, aunque no será hasta finales del mismo. De hecho, la misión de la Agencia Espacial Europea (ESA) y Agencia Espacial Rusa (ROSCOSMOS) – ExoMars 2020 – será lanzada el mes de octubre para que aterrice en el planeta rojo a principios de 2023. La parte de ESA está compuesta por la más destacable, pues la compone el que está previsto sea el cuarto rover activo sobre el planeta rojo.

El gigante de los planetas, Júpiter, alcanzará la mínima distancia a la Tierra (oposición) en el mes de septiembre, aunque ya será observable durante el verano al iniciarse la noche cerrada. Es curioso destacar que en estos momentos aún es visible en el cielo vespertino durante aproximadamente una hora, pero su lejanía de nuestro planeta lo presentan al telescopio como un astro pobre y muy afectado por su baja altura en el horizonte.

El planeta anillado, Saturno, tendrá la oposición a finales del mes de agosto, por lo que también a inicios del verano será posible enviarlo con la noche cerrada.

Conjunciones entre planetas o planetas y la Luna

De entre los acercamientos aparentes entre los planetas en el cielo, tenemos numerosas conjunciones destacables.

En la madrugada del 28 de marzo tendremos una interesante conjunción de Venus (el más brillante), Saturno y Marte, no muy lejanos a una fina Luna menguante y poco antes de las luces del alba.

Captura con Stellarium de la madrugada del 28 de marzo antes de salir el Sol.

Durante las madrugadas del mes de abril, con un horizonte Este Sureste muy despejado de obstáculos, podremos observar 4 de los 5 planetas visibles a simple vista, con Júpiter, Venus, Marte y Saturno en casi una línea recta y enumerados en sentido ascendente. Hacía finales de ese mes la fina Luna menguante cobrará protagonismo cerca de la alineación planetaria, que será más cercana especialmente entre Venus y Júpiter, que alcanzarán una mínima distancia la madrugada del 1 de mayo.

Captura con Stellarium de la madrugada del 1 de mayo antes de la salida del Sol.

La madrugada del 8 de mayo la alineación de los 4 planetas es casi perfecta, produciéndose un especial acercamiento entre Júpiter y Marte el día 29 de este mes, igualmente antes del alba.

Captura con Stellarium de la madrugada del 29 de mayo justo antes de la salida del Sol.

En las madrugadas de finales de junio podremos encontrar en el cielo -si las condiciones lo permiten- la vista de los 5 planetas visibles a ojo desnudo de nuestro sistema solar, aunque la visión del escurridizo Mercurio -siempre muy cercano al Sol- constituirá un verdadero reto.

Captura con Stellarium de la madrugada del 27 de mayo antes de la salida del Sol.

Venus y la Luna se acercarán de forma especialmente llamativa la madrugada del 27 de mayo y la del 26 de junio.

Urano está en el límite de visión a simple vista desde lugares muy oscuros, y su localización no es nada trivial, por eso no fue descubierto hasta 1781 con telescopio y de forma casual. Si nunca lo hemos localizado, durante los primeros días del mes de agosto tenemos una buena ocasión, pues el planeta Marte se moverá cerca de él.

Precisamente la conjunción más llamativa del año será protagonizada por el planeta rojo y la Luna la madrugada del 8 de diciembre, aunque en dirección Oeste, pues la Luna ocultará al planeta.

Captura de Stellarium. La tarde del 8 de diciembre, antes de la ocultación de Marte por la Luna

Para finalizar el año, nuevamente tenemos el reto de localizar los cinco planetas visibles a simple vista de forma simultánea los últimos días de 2022, en esta ocasión de forma vespertina, pues Venus y Mercurio se esconderán de forma muy temprana tras la puesta de Sol.

Lluvias de estrellas

Como todos los años, la Tierra atraviesa a lo largo del año la órbita con restos de cometas y asteroides, que provocan las llamadas lluvias de estrellas. Aunque siempre llaman la atención del público, hay que tener en cuenta que la fase lunar -y por su puesto la localización para observarlas- son fundamentales para disfrutar del espectáculo.

Intentar ver una lluvia de estrellas desde una ciudad o un pueblo de cierto tamaño con su polución lumínica, es como esperar que el rover Perseverance encuentre un burro en su búsqueda de vida en Marte.

Desde nuestra ubicación, las más famosas son las que son agradables de ver, es decir, las que se producen en verano. Sin embargo, hay dos lluvias importantes que suelen superar en actividad a las famosas Perseidas, pero se producen en invierno boreal.

Este año disfrutamos del máximo de las Cuadrántidas la noche del 3 al 4 de enero, superando en meteoros a la hora (THZ) a las «Lagrimas de San Lorenzo» de agosto.

En abril podemos disfrutar de las Líridas, cuya máxima actividad es la noche del 22 al 23 del mes, sin embargo, su ventana de observacional idónea es de madrugada y solo poco antes de que la Luna haga su aparición. Los apenas 20 meteoros a la hora en el momento del máximo puede que no nos motiven para una salida solo con la finalidad de su observación.

En mayo, y también preferiblemente de madrugada, tenemos la lluvia de las Eta Acuáridas, cuyo máximo está previsto la madrugada del día 6. Su tasa horaria cenital (THZ) en el momento del máximo supera habitualmente los 50 meteoros a la hora.

En meses de verano boreal, en los que tumbarse a mirar la bóveda estrellada lejos de las luces urbanas es sin duda más agradable, tenemos la lluvia de las Delta Acuáridas (máximo madrugada 29 de julio con THZ de 25) y las famosas Perseidas la noche del 12 al 13 de agosto. Sin embargo, nos podemos olvidar prácticamente de su observación este año, pues el plenilunio se produce el mismo día 12 del mes.

Tendremos que esperar al mes de octubre para observar una lluvia algo digna, las Oriónidas, cuyo máximo se produce la noche del 21 al 22 de octubre con una Luna casi nueva y una THZ de 20 meteoros a la hora.

Otra Lluvia con más fama que actividad, es la de las Leónidas en noviembre, pero ello se debe a que se produce una muy alta actividad cada 33 años, cuando su cometa asociado regresa a las cercanías del Sol. El máximo, la noche del 17 al 18 de noviembre, aunque una Luna en fase de menguante empezará a molestar conforme el radiante de la lluvia (punto aparente de la bóveda celeste desde donde parecen surgir la prolongación de los trazos) empiece a alzarse en el horizonte este.

Solo pues la lluvia de las Gemínidas cuyo máximo se produce la noche del 13 al 14 de diciembre merece acabar mencionando. Es una de las lluvias más intensas del año (THZ de 150), pero una Luna menguante prominente puede acabar con nuestra ilusión de acabar el año viendo un espectáculo digno de este tipo.

Podéis encontrar información mucho más detallada de otras lluvias menores, e información astronómica más detallada en el servidor de efemérides del Observatorio Astronómico Nacional antes citado [2]

Luna Llena en el perigeo (Súper Luna)

Es un término detestado por algunos divulgadores y profesionales de la astronomía. Es cierto que el origen del término no tiene nada de tradicional, si no que fue debido a una desafortunada publicación sobre astrología en una conocida publicación astronómica durante los años 70 del pasado siglo.

Sea como fuere el término se ha popularizado y expresa el momento en el que la Luna llena se encuentra cerca del perigeo de su órbita alrededor de la Tierra, tomando como válido si la Luna llena se produce con mayor cercanía de los 360 000 kilómetros de distancia.

Salida de la Luna llena. Siempre espectacular. Fotografía del autor.

En los meses de julio y agosto tendremos pues súper Luna (llena). Con indiferencia de lo que se pueda opinar al respecto, para mi constituye un motivo para la divulgación astronómica. Salir a observar la Luna siempre es agradable, notar que se ve un poco más grande y un poco más brillante que otra Luna llena habitual, no es ni sencillo ni evidente (aunque sea realmente así), pero si constituye un atractivo para el público y por tanto una oportunidad de divulgar la ciencia que tanta falta nos hace en la sociedad actual.

Quizás el excesivo puritanismo a la hora de divulgar ciencia, el celo de que la ciencia solo se debe comunicar con arreglo a lo establecido por estamento pertinente o pensar que la divulgación de la ciencia no debe aceptar algunas de las nuevas tendencias y canales que repercuten socialmente en la actualidad, nos lleve a concluir que es uno de los motivos por los que no se acaba de llegar de forma amplia en su comunicación a la población y parte de ella desconfíe de la ciencia, su capacidad de afrontar el futuro, o piense que sencillamente no es capaz de entenderla (y no voy ni a comentar lo que se ha venido a llamar «movimiento negacionista» en algunas disciplinas de la ciencia). Hay que divulgar, divulgar y divulgar: cualquier ocasión es buena, cualquier motivo es bueno, cualquier resquicio que nos deje la ignorancia científica para derrotarla con la evidencia y el método científico, debemos aprovecharlo. Lamento el tono belicista, pero la ignorancia precisamente no nos ha traído hasta aquí.

¡Espero que os resulte de utilidad la entrada y siempre gracias por leerme!

¡Cuidaros!

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Referencias del texto:

[1] https://cielosestrellados.net/2019/01/20/la-ultima-luna-roja-hasta-2022/

[2] https://www.oan.es/servidorEfem/index.php

El día de la Marmota y las creencias irracionales (o cómo recordar el día de mi primera entrada del Blog)

diadelamarmota

El día de la Marmota: 2 de febrero en un pueblo perdido de Pensilvanía (EE.UU), donde una marmota (Phil) «predice» si el invierno continuará 6 semanas más o finalizará pronto. Como curiosidad; hoy 2 de febrero estamos en la mitad entre el solsticio de invierno y el equinocio de primavera, y es una forma más de utilizar la irracionalidad para predecir el tiempo atmosférico (ya sabéis una clase de pensamiento del tipo: Si el planeta Marte – dios de la guerra- está en la constelación de Aries y ha estallado una guerra, tal vez cuando vuelva a estar en Aries, toca otra guerra)….o como predecir los acontecimientos una forma mágica: «Quan la Candelaria plora, hivern fora, quan la Candelaria riu, tots al niu» (no hace falta viajar a EE.UU, el pensamiento mágico está presente en todas las culturas). Lo mejor de todo; que seguimos aqui y podemos disfrutar de una maravillosa pelicula (1993) con Bill Murray y Andy MacDowell; «Atrapado en el tiempo» (Groundhog Day) y la pegadiza canción de «I Got you Baby». Por cierto, Bill Murray se pasa unos 35 años en el pueblo creo recordar.

https://www.youtube.com/watch?v=OyBSrBqogPY