¿Qué podemos esperar de la exploración espacial y la astronomía en 2022?

Lo mejor de lo previsto para 2022 (Exploración espacial)

Marcados sanitariamente y socialmente por la pandemia, la ciencia de la astronomía y la tecnología de la exploración espacial – bastante vinculada en muchos casos con la primera- han sufrido algunos retrasos en estos dos años, pero por fortuna, la prudencia, la propia ciencia y las medidas sanitarias han permitido que, en líneas generales, se estén cumpliendo objetivos y resultados sin grandes retrasos.

Como dijo alguien en algún momento y en algún lugar, «la ciencia no depende de que creamos en ella o no», y añadiría modestamente que tampoco depende de las trabas que la naturaleza y las personas le ponga en el camino, tan solo de nuestra perseverancia y convicción -en base a evidencias y resultados- que estamos en el camino correcto, incluso cuando cuesta mantener el estado anímico.

En las líneas de hoy, donde estoy seguro me dejo fuera un número no poco importante de proyectos algunos de los cuales alcanzan objetivos el presente año- vamos con la exploración espacial, y dentro de siete días abordaremos lo mejor de lo previsto para la astronomía. Espero que os guste tanto esta entrada como la próxima.

La exploración espacial en 2022

El año pasado batimos los récords de lanzamientos orbitales. China destacó como potencia espacial liderando el número de estos lanzamientos. Lo que hemos visto de la Agencia Espacial China (CNSA) estos últimos años supera todas las expectativas que pensábamos eran capaces de alcanzar, en parte por por la bastante opaca información procedente del país asiático. Recordemos algunos de sus hitos; inició espectacularmente su andadura con el rover Yutu-1 de exploración en la Luna (Chang’e 3 en 2013), para posteriormente poner un rover de exploración en la cara oculta de la Luna -Yutu 2- (3 años en activo y funcionando actualmente), retorno autónomo de muestras desde nuestro satélite (Chang’e 5, 2020), nueva estación espacial propia en órbita de la Tierra ya habitada incluso con un período de hasta 6 meses (2021), llegada a Marte con un orbitador, un aterrizador y un rover explorador (2021), desarrollo de nuevos y potentes cohetes para abordar los mismos retos que en occidente se están definiendo claramente: regreso tripulado a la Luna, abaratamiento  de lanzamientos orbitales mediante reutilización, nuevos y más eficientes motores, hoja de ruta para la minería espacial y hoja de ruta para llevar las primeras tripulaciones humanas a Marte en algo más de una década, como tarde, en dos.

Sin más preámbulos, y sin detalles técnicos que exceden la finalidad de la entrada -aunque para ello os referencio al final los enlaces adecuados como es habitual- vamos a allá con lo que seguro será más destacable y que posiblemente nos va a emocionar en esta nueva época dorada de la exploración espacial.

Maquinas entre los mundos del sistema solar

De forma destacable se mantienen operativos los rovers en la superficie de Marte, los de NASA el Perseverance y su pequeño helicóptero Ingenuity (y sus actuales 18 vuelos a fecha de hoy), así como el muy veterano rover Curiosity. También el análogo Chino ZhuRong, así como su orbitador. A destacar a nivel estético los selfies que se han realizado ambos, -realmente curiosos-. Orbitadores activos hay varios en Marte tanto de NASA, de ESA como de ISRO y EAU, pero lo que ha realizado China (CNSA) es digno de resaltar como proeza, al ser su primer intento sobre el planeta rojo un absoluto éxito. En superficie, el aterrizador Insight (NASA) para conocer e interior del planeta y con estación meteorológica española (la tercera en el planeta), continua parcialmente activa, y estos últimos días con algunos problemas debido al polvo marciano.

Selfies del aterrizador y rover (izquierda) y del orbitador (derecha) de la CNSA llegados a inicios de 2021. No se trata de ilustraciones ni montaje. Créditos: CNSA

En la Luna también continúa activo el rover Yutu-2, dando una lección de aterrizaje en zonas complicadas (precisa de un pequeño orbitador lunar para sus comunicaciones con la Tierra) y durabilidad, acaparando recientemente la atención por una formación extraña fotografiada hace unas semanas cerca del horizonte y cuyo misterio ha quedado completamente despejado al acercarse a la misma.

En Júpiter, el orbitador Juno (NASA) sigue estudiando la compleja atmosfera de Júpiter y devolviéndonos imágenes fantásticas a poca altura de las nubes superiores -recordando que su cámara no es precisamente uno de sus instrumentos estrella-.

Júpiter desde la Juno. Créditos: NASA / JPL-Caltech / SwRI / MSSS

Respecto a misiones para nuestro conocimiento de cuerpos menores como cometas, asteroides y planetas enanos -de todos los estamos viviendo un cambio de paradigma en su conocimiento-, destacan las centradas en las que deben de marcar una hoja de ruta para la futura minería espacial (en la Luna y asteroides) y las de la defensa planetaria contra posibles impactos de cometas y asteroides con nuestro planeta. Soy consciente que aún puede sonar a ciencia ficción, pero estamos dando los primeros pasos en esa dirección de forma clara.

La misión Lucy (NASA) -que recibe su nombre de la famosa Australopithecus- está de camino a los asteroides troyanos del planeta Júpiter, considerados por los astrónomos planetarios como auténticos fósiles de nuestro sistema solar más primitivo, del cual cada vez nos surgen más preguntas que respuestas. Una misión de largo período (20 años) que nos devolverá información de gran interés sobre los «ladrillos» que formaron los planetas, aunque la llegada al primer troyano del planeta no sucederá hasta el año2027 [1].

Página Web de la misión Lucy de NASA. Captura de pantalla.

La misión Osiris-Rex (NASA) está camino de retorno con material tomado en el asteroide Bennu (500 metros de diámetro) tras permanecer dos años en su órbita estudiándolo, pero no llegará a nuestro planeta hasta el 2023 [2]. Este asteroide es uno de los considerados asteroides cercanos a la Tierra (NEO o NEA) y que son objetos de especial interés, que vemos como se acrecienta en los últimos años [3].

Captura de pantalla de publicación en Icarus sobre cálculos de trayectoria de Bennu basados en datos de la OSIRIS-REx.

Dentro de los asteroides cercanos a la Tierra, tenemos un grupo que consideramos potencialmente peligrosos (PHA) y que tienen una especial atención por un posible impacto futuro con nuestro planeta. Bennu es precisamente uno de ellos, aunque no se acercará a nuestro planeta de forma destacable hasta el año 2135 [4], por lo que saber más sobre su composición es sin duda interesante por varios motivos.

No será el primer retorno de muestras, recordemos que la Agencia Espacial Japonesa (JAXA), ya lo ha realizado de forma exitosa en dos ocasiones, especialmente positiva fue la segunda, con la misión Hayabusa 2 [5] sobre el asteroide Ryugu (retorno en diciembre de 2020), un asteroide también de tipo NEA.

Si pensamos que estos pequeños cuerpos no son por sí mismos lo suficientemente interesantes para conocer mejor la propia formación del sistema solar, quizás sí que sean más interesantes para desarrollar métodos técnicos con la finalidad de asegurar nuestra propia supervivencia como especie. Y para ello tenemos en misión la sonda DART (NASA) [6] rumbo a un asteroide cercano a la Tierra. Esta misión que partió el pasado año tiene como finalidad estudiar como la propia sonda, convertida en un impactador cinético, desvía una pequeña luna de unos 150 metros del asteroide Dydimos, de unos 800 metros, que también es un NEA. El impacto alterará el periodo de translación del pequeño satélite que será observable desde telescopios basados en tierra, y podremos llegar a conclusiones sobre la efectividad de este método. En septiembre tendremos el impacto de la misión e inicio de observaciones sobre el efecto del mismo. Aunque la Agencia Espacial Europea debe participar en el proyecto con el envío de una segunda nave, HERA, para la observación cercana en los próximos años [7], los plazos intuyo aún no están claramente establecidos.

Por cierto, esta no es la primera misión de impacto, ya existió una misión de NASA denominada Deep Impact (si, de nombre como la película de Hollywood) que lanzó un impactador cinético sobre el cometa 9P Tempel 1 en 2005. Aunque el impactador abrió un cráter estimado en más de 100 metros en la superficie del cometa que tiene un tamaño de 14×4 kilómetros, no se detectó ningún cambio orbital del cuerpo, aunque tampoco se esperaba este efecto.

Impacto sobre el cometa Tempel 1 de la Deep Impact. Ni se inmutó (como se esperaba). Crédito: NASA

Qué la Tierra tendrá un nuevo impacto con un cuerpo celeste, de tipo cometa o asteroide, no lo duda nadie (de los especialistas en impactos), pero como se ha dicho en sucesivas ocasiones, solo debemos determinar cuándo. Por tanto, que se inicien este tipo de misiones de una forma sistemática para establecer los recursos que son efectivos para desviar un asteroide en rumbo de colisión, no tiene precisamente poca importancia, y el tiempo no corre a nuestro favor, como casi nunca.

Desde el punto de vista de conocimiento de estos cuerpos, pero también desde el interés subyacente en cuanto al económico de explotación, no se nos escapa la misión Psyche (NASA) [8] que será lanzada durante el verano del presente año y con destino al asteroide de homónimo nombre situado en el Cinturón Principal de asteroides (entre Marte y Júpiter), uno de los asteroides más metálicos conocidos -de unos 200 kilómetros de diámetro- y cuyas hipótesis sobre sus orígenes pasan por ser el núcleo metálico de un cuerpo mucho mayor en el pasado de nuestro sistema solar.

La misión al asteroide Psyche. Captura de pantalla de la página web de la misión (NASA)

Manteniendo el interés no solo por el conocimiento, si no por la predicción del comportamiento solar que puede afectar en mayor o menor medida a las comunicaciones electromagnéticas de nuestra sociedad moderna, tenemos a la Sola Parker Probe (NASA)[9] en acercamientos cada vez más próximos y veloces (batiendo récords absolutos) a nuestra estrella para estudiar especialmente la estructura de la intrigante corona solar. La que se ha venido a llamar «nave que tocará el Sol» en su último sobrevuelo en diciembre de 2021 dentro de la zona de la corona solar pasó a solo 15 radios solares. Durante este mes tendrá otro sobrevuelo coronal, si bien el más cercano se producirá en 2025.

Sobrevuelo de la corona solar por la Parker Solar Probe. Crédito: NASA

El Sol, con un ciclo de actividad aún poco entendido, también está siendo estudiado de cerca por una sonda europea menos mediática, la Solar Orbiter (ESA) [10], aunque esta nave no se acercará más allá de los 40 millones de kilómetros.

Ya que mencionamos a la Agencia Espacial Europea y las calurosas cercanías a nuestra estrella, no podemos dejar de citar la misión Bepi Colombo (ESA-JAXA) [11] que hará su segundo sobrevuelo de Mercurio durante este verano, para ir consiguiendo una órbita circular alrededor del planeta menos explorado de nuestro sistema solar, que no conseguirá hasta 2025.

El año 2022 es también el del lanzamiento del rover europeo a Marte, exoMars2020 [12] tras el retraso de la ventana de oposición de hace dos años. Los europeos nos jugamos bastante en esta misión, los dos intentos de aterrizar en el planeta rojo fueron «litofrenados» (estrellados contra la superficie) que dieron al traste con nuestras expectativas. Ahora, con la experiencia aprendida, lanzamos en septiembre un rover, el Rosalind Franklin, y un aterrizador cuya parte es a cargo de la Agencia Espacial Rusa (ROSCOSMOS). Hablaremos de ello en una próxima entrada durante el año.

Para ir finalizando, entre los que considero principales hitos que vamos a ver este año, no puedo olvidarme del despliegue del telescopio más grande y complejo enviado al espacio para estudiar el universo, el telescopio espacial James Webb (JWST) [13]. En el momento de escribir estas líneas, el telescopio ha desplegado su espectacular pantalla de protección solar (del tamaño de una pista de tenis) y las celdas que componen su espejo segmentado de 6,5 metros de diámetro, muy cerca del punto de Lagrange 2 (L2) de la órbita terrestre (Tierra-Sol), a más de 1 millón de kilómetros de distancia de nuestro planeta. Una nueva época de la exploración astronómica está a punto de empezar, y sin duda volveremos en pocos meses a hablar intensivamente de este magnífico instrumento.

Captura de pantalla de la Web del James Webb Space Telescope (NASA), del pasado 13 de enero

Humanos entre mundos del sistema solar

Cerca de nuestro mundo tenemos que destacar la actividad en la Estación Espacial Internacional (ISS) que continúa teniendo una operatividad magnifica a pesar de pequeños sustos. El módulo ruso Nauka por fin ha sido acoplado a la ISS y este año hemos visto como las misiones tanto de transporte de astronautas como de aprovisionamiento a cargo de la empresa privada de Elon Musk se han convertido en subcontratas habituales de NASA. Las misiones Dragon Crew y Dragon Cargo, con la filosofía de reaprovechamiento de sus lanzadores (Falcon 9) han constituido sin duda un triunfo para Space X, incrementado su superioridad tras los fracasos de su principal competidora y habitual subcontrata de NASA, la todopoderosa Boing y su cápsula espacial StarLiner, cuyo vuelo de prueba de atraque a la ISS esperamos ver despegar este año.

Además, si el año pasado supuso la irrupción definitiva del turismo espacial (tanto suborbital a cargo de las empresas de Blue Origin y Virgin Galactic, como orbital a cargo de Roscosmos y Space X), este año se consolidará especialmente el orbital. Más caro, más complejo, pero mucho más astronáutico. La confirmación por parte de NASA de alargar la vida útil de la ISS hasta al menos 2030 y la renuncia al abandono del sector ruso que había sido anunciado por parte de ROSCOSMOS, nos permitirá ver vuelos de empresas privadas emergentes en turismo espacial con estancias en la ISS a cargo de Space X especialmente. Así este próximo mes de marzo veremos llegar la Axiom-1 con el astronauta hispano-estadounidense López Alegría como comandante de misión.

Logo de la misión privada a la ISS de la empresa Axiom Space de turismo espacial, contratando los servicios de Space X para llegar (y permanecer alojados unos 7 a 10 días) a la ISS

Mientras tanto, la Agencia Espacial China continuará completando su nueva estación espacial, que ya ha visto la estancia durante 6 meses de una tripulación de tres astronautas. La idea es que la estación, al igual que la ISS, permanezca continuamente habitada y operando.

Pero 2022 va a destacar con dos proyectos estrella que hemos dejado para el final de esta entrada y sí que tienen que ver con la exploración humana más allá de la Tierra.

No se nos escapa a nadie que, antes de finalizar el primer semestre del año, la NASA habrá sido de capaz de lanzar el primer cohete SLS (Artemisa-1) [14] con la capsula Orión para orbitar la Luna y regresar a la Tierra. Se trata del primer vuelo sin tripulación del gigante cohete SLS que tratará de devolver astronautas a la Luna tras unos 50 años del programa Apolo. Aunque la fecha del alunizaje humano en el sur de la Luna estaba prevista para 2024, organismos de la propia agencia espacial ponen en duda esta fecha, siendo aparentemente más realista 2025 o incluso 2026. En todo caso estamos a muy poco tiempo de esta nueva proeza humana.

Artemisa 1 en el edificio de ensamblaje de Cabo Kennedy. Cohete SLS-1 plenamente ensamblado y preparado para las últimas pruebas. Crédito: NASA

El cohete más potente desarrollado por NASA desde el Saturno V (el que nos llevó a la Luna), lleva numerosos retrasos y una tecnología no re-utilizable que pone en duda su viabilidad en el futuro. Además, el programa lunar depende de la subcontrata con Space X del módulo lunar, que está compuesto por una nave Starship lunar, después de la polémica suscitada y ya resuelta legalmente con su competidor Blue Origin.

Pero antes de este impresionante lanzamiento que veremos en directo sin duda, nos toca presenciar el lanzamiento de la Starship Heavy [15] a partir de febrero de este año. El más potente, innovador y aventurado proyecto de Elon Musk, la nave que, en sus propias palabras, nos llevará a Marte en menos de una década (no pasa desapercibido su exceso de optimismo). Ya hemos visto por una parte las pruebas con la Starship en BocaChica (Texas), y también la sección heavy (actualmente la BN4). Incluso hemos visto en directo (existen cámaras que emiten 24 horas de forma ininterrumpida desde la Starbase) el ensamblado de todo el cohete. La FAA, salvo sorpresa, le concederá a Space X el permiso para ejecutar el primer vuelo de prueba de este súper cohete a partir de finales de febrero de este año, y veremos rugir a la bestia que está destinada a convertirse en la estrella de las misiones a la Luna y al planeta Marte.

Captura de pantalla de las emisiones en directo desde BocaChica. Prueba de acople de la Starship SN20 con el BN4.

El plan de Musk incluye hacer volar unas 10 misiones de prueba este tipo este año, si la producción de sus innovadores motores no le da ningún susto, estamos a punto de asistir a una nueva era de la exploración espacial de mundos cercanos por parte de los humanos, pura ciencia ficción hace poco tiempo. Y si hace 20 años Musk era tildado de millonario excéntrico con caprichos espaciales fantasiosos, hoy su empresa, con su lanzador estrella Falcon 9 (y Falcon 9 Heavy), está plenamente consolidada en sector aeroespacial.

Crédito: everydayastronaut.com

Esta década promete grandes cosas en exploración espacial, no os la perdáis.

¡Gracias por leerme!

Actualización (abril 2022)

La guerra de Putin en Ucrania ha cambiado las cosas previstas. Podéis seguir en este blog los cambios, los más significativo, la ruptura entre ROSCOSMOS y NASA/ESA. La misión EXOMARS 2020 que iba a ser lanzada a finales de este año -tras el retraso por la Pandemia- por la agencia rusa , ha quedado suspendida de forma indefinida y almacenada en Italia. ROSCOSMOS hace amagos del abandono repentino de la ISS, pero todo eso lo vamos viendo en este blog. Una situación triste, que la mayoría de los científicos e ingenieros implicados en esta nueva era de exploración espacial, estoy seguro no desean.

A todo esto, una tragedia humana brutal en Ucrania, que pensábamos era cosa del siglo pasado en las imágenes de devastación que no esperábamos.

Referencias del texto.

[1] http://lucy.swri.edu/timeline.html#next

[2] https://www.nasa.gov/osiris-rex

[3] https://www.nasa.gov/feature/jpl/nasa-s-eyes-on-asteroids-reveals-our-near-earth-object-neighborhood

[4] https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0019103521002591?via%3Dihub

[5] https://www.hayabusa2.jaxa.jp/en/

[6] https://www.nasa.gov/planetarydefense/dart

[7] https://www.esa.int/Space_in_Member_States/Spain/Hera_la_mision_de_la_ESA_de_defensa_planetaria_-_Fact_Sheet

[8] https://psyche.asu.edu/

[9] https://www.nasa.gov/content/goddard/parker-solar-probe

[10] https://www.esa.int/Science_Exploration/Space_Science/Solar_Orbiter

[11] https://www.esa.int/Space_in_Member_States/Spain/Que_es_BepiColombo

[12] https://www.inta.es/ExoMarsRaman/es/mision-exomars/

[13] https://www.jwst.nasa.gov/

[14] https://www.nasa.gov/artemis-1

[15] https://www.spacex.com/vehicles/starship/

The Sky is the limit

The sky is the limit

Después de varias semanas en un  intento de tomarme un descanso psicológico, vuelvo a hacer una entrada debido al acontecimiento importante con el que nos vamos a encontrar en algo más de 24 horas, si todo va según lo previsto, el lanzamiento de la Dragon Crew (DM-2) hacía la Estación Espacial Internacional (ISS). He observado cierta confusión sobre la importancia del acontecimiento, tanto en diferentes medios de comunicación como entre los lectores de las redes sociales en general.

Si lees esta entrada, te aseguro que comprenderás muy bien la importancia del acontecimiento (si no la entiendes ya) y tendrás un criterio propio fundamentado sobre su importancia (o no) y de paso comprenderás -en líneas generales- porqué me parece tan importante desde la perspectiva de la historia de la astronáutica.

Contaros antes, si me permitís, que el mes de abril fue uno de los mejores meses de este blog en cuanto a lectores, pues fue visitado por más de 1800 personas, y que sin duda se debió a la situación en la que nos vimos inmersos, uno de los meses más difíciles y oscuros que hemos vivido en nuestra época reciente; el azote y confinamiento respectivo debido a la Covid19, una pandemia como ninguno de nosotros habíamos vivido con anterioridad.

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Estadísticas del Blog Cielos Estrellados según WordPress.

A mediados del mes de de marzo, y con el decreto de estado de alarma en España, empecé a realizar entradas en el blog destinadas a disfrutar de la astronomía y exploración espacial desde el confinamiento de nuestras casas. Abril fue en este aspecto un poco agotador, nunca antes había realizado 5 entradas en un mismo mes, y supongo que muchos de vosotros que me leéis me premiasteis por ello, a todos vosotros, ¡gracias! Espero que os ayudara a paliar -en lo posible- este periodo excepcional que nos ha tocado y vivir, y es mi deseo que su impacto sea lo mínimo posible.

Mantener unos hábitos dentro de una cierta normalidad en mi domicilio creo que me ha ayudado en algo, he seguido con mi programa semanal de divulgación de la astronomía en  radio Castellón cadena SER (vía telefónica), e incluso, gracias a la colaboración de algunos amigos, realizamos un directo a través de Youtube con conexiones vía Skype para las imágenes,con motivo de  la última súper Luna de este año [1].

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Emisión en directo por Youtube el pasado 7 de mayo «La Luna para lunátic@s» con motivo de la súper Luna, con conexiones desde telescopios en Morella y Benicàssim (Castellón). Repetimos el sábado 30 de mayo.

Todo ello, a la vez que un esfuerzo, ha supuesto también una evasión ante una situación complicada, como todos en mayor o menor medida hemos vivido, y muchos aún seguimos viviendo, pero quizás con más esperanzas de superarlo pronto.

The Sky is the limit

No solo es un titulo de una novela, se dice que es una frase que se utilizaba en los primeros años de los ensayos aeronáuticos, cuando queríamos conocer cuáles eran nuestros límites, cuándo nos adentrábamos en una nueva frontera inexplorada, la conquista del aire y de más arriba, del espacio, «del cielo» en términos un tanto ambiguos. Venga de donde venga la expresión, de hecho la podemos encontrar en numerosas entradas de la NASA a lo largo de su extenso website en la que es utilizada para referirse a nuevos y arriesgados retos tecnológicos y de exploración espacial.

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¿Habita un demonio en el cielo?  (Elegidos para la gloria). Sello conmemorativo del primer vuelo supersónico en 1947. De entre los pilotos de pruebas saldrían los primeros astronautas estadounidenses. Crédito CC.

Todos sabemos que la NASA ha sido una de las agencias espaciales más carismáticas y más mediáticas a nivel mundial. No siempre fue a la vanguardia de la exploración espacial, recordemos que su fundación a finales de los años 50 del pasado siglo XX  tuvo mucho que ver con la carrera por el espacio que se iniciaba con la llamada «guerra fría» con la antigua Unión Soviética (URSS). Una tensa escalada militar entre dos superpotencias mundiales que conllevaba una investigación científica en multitud de disciplinas,  desde la medicina, física de materiales, aeronáutica, electrónica, computación,…aplicaciones civiles e investigación civil que nadie en su sano juicio diría que fue en vano, si omitimos que la finalidad que prevalecía en la política era asegurarse la posible aniquilación del contrario de forma eficiente y más rápida si precisaba ser desde el espacio.

Pronto la NASA tomó la iniciativa en la exploración espacial gracias a una inversión  gubernamental de EEUU sin precedentes y quizás, en menor medida, a una deficiente gestión de investigación y desarrollo por parte de su declarado enemigo en esta carrera.  Respecto al carácter político decidido, citaría aquí el famoso discurso del presidente JFK en la Universidad Rice, el 12 de septiembre de 1962 [2], aunque ya era conocida la intención del Presidente sobre la «urgencia nacional» por llegar a la Luna primero, como mostró en mayo de 1961 ante el Congreso [3].

En esos años, los proyectos Mercury, Gemini y finalmente Apolo se sucedieron como auténticas proezas de ingeniería,  y  se llevaron por delante algunas víctimas conocidas del lado norteamericano  y otras del lado soviético en su respectivo programa espacial, que conocimos muchos años después.

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Logotipo de la misión Apolo 8. Ellos fueron los primeros en volar a la Luna en diciembre de 1968. Crédito NASA/CC

El Apolo 8 (diciembre 1968) fue la primera nave terrestre tripulada en orbitar la Luna. El Apolo 9 (marzo 1969) probó los ensamblajes del módulo lunar y el módulo de mando en órbita terrestre, el Apolo 10 fue más allá y simuló toda la operativa hacía el primer alunizaje, descendiendo hasta solo 15 kilómetros de la superficie de nuestro satélite. Se cuenta que los controladores de la misión temían que los astronautas no pudieran soportar el impulso de estar tan cerca de la Luna y no sentir la tentación de alunizar, pero este mito no lo he podido comprobar de forma contrastada y tengo dudas de su veracidad.

Finalmente el conocido Apolo 11 (julio 1969) alunizó y puso a los humanos por primera vez en nuestro satélite, a 400 000 kilómetros de distancia, a un módico precio de unos 25 000 millones de dólares de la época [4]. El año pasado celebramos (unos más que otros) el 50 aniversario de este hecho histórico que estará en todos los libros de historia que escriba jamás la humanidad.

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Los tres del Apolo 11, mostrando una de las muestras traídas de la Luna. Crédito: NASA/CC.

 El último humano en la Luna lo trajo de vuelta sano y salvo la expedición del Apolo 17 (diciembre de 1972), y el programa lunar fue cancelado por sus elevados costes y la demostración clara que EEUU había vencido la carrera espacial por la Luna frente a los soviéticos. Los otros cohetes que se habían fabricado para el programa Apolo (si, habían más cohetes fabricados) fueron utilizados para la estación espacial Sky-Lab (operativa 6 años) e incluso para una misión conjunta USA-URSS en julio de 1975.

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El imponente Saturno V en la rampa 39A de despegue. Apolo 4, noviembre 1967. El cohete más grande y potente hasta la actualidad. Crédito NASA/CC

Eran los años 70, y los costes de los cohetes Saturno V y sus variantes menos potentes (Saturno IB) , tenían unos valores exagerados de producción, y más cuando el nuevo interés era el lanzamiento de satélites, sondas espaciales y operar estaciones espaciales en órbita terrestre, y ya no viajar hacía la Luna con tripulación.

Si os interesa el proyecto Apolo, de cómo llegamos a la Luna, de cómo la humanidad desarrolló un enorme cohete de más de 110 metros de altura ideado por el brillante ingeniero alemán Wernher von Braun, existe multitud de información en Internet, a destacar el enorme portal de la NASA en donde podéis consultar la práctica totalidad de información de todo el proyecto [5]. Creedme cuando os digo que os podéis pasar meses viendo información y accediendo a documentos tan curiosos y diversos como los manuales del ordenador de abordo o hasta las imágenes borrosas o movidas que en su día no hicieron públicas la NASA. También es interesante la película-documental que se estreno en cines con motivo del 50 aniversario «Apolo 11» por su carácter «revival» de la época.

Rebajar los costes con el reciclaje: El concepto del transbordador espacial (STS)

La lanzadera espacial o más correctamente, el Transbordador Espacial (STS) desarrollado por la NASA, es un concepto en el que la agencia estadounidense empezó a trabajar a principios de los años 70, de forma que el trasporte de astronautas  para órbitas bajas terrestres (LEO) fuera re-utilizable y con unos costes mucho más contenidos que el programa Apolo. El congreso aprobó el gasto del programa espacial del transbordador en abril de 1972. Con el abandono de los grandes cohetes como el  Saturno V, se abandonaba no solo la posibilidad de volver a la Luna, si no de adentrarse más allá; el viaje a Marte con el que dicen que el propio Von Braun soñaba.

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Un STS durante su misión operativa completa. Crédito NASA/CC.

Es decir, la tecnología con la que se pensó un  nuevo vehículo re-utilizable -capaz de llevar tripulación y carga al espacio-  partía con tecnología de los años 70. De hecho fue en 1976 cuando el transbordador «Enterprise» fue el primero en finalizarse y someterse a las primeras pruebas aerodinámicas, de sistemas y aterrizaje, despegando a lomos de un avión Boing 747. La finalidad de este primer transbordador no fue por tanto realizar vuelos orbitales.

No sería hasta abril de 1981 cuando se elevaría al espacio el primer transbordador espacial, el  «Columbia» en la misión STS-1. El concepto de trabajo del transbordador espacial está muy bien reflejado en la imagen superior adjunta.

Tanto la nave principal (el transbordador propiamente) como los cohetes laterales (SRB), que se separaban a los dos minutos del despegue, eran  reutilizables, mientras que el principal depósito central (ET) de combustible (oxígeno e hidrógeno líquidos)  que suministraba la potencia a los 3 motores del propio transbordador, se quemaba en la atmósfera al separarse de la nave (8,5 minutos tras el lanzamiento), en la última fase de puesta en órbita y una vez agotado.

Los transbordadores que prestaron servicio entre 1986 y 2011 fueron 5; Columbia, Challenger, Discovery, Atlantis y finalmente el Endeavour (1991). En total sumaron 135 misiones al espacio, en las que se utilizaron para, desde poner satélites en órbita (entre ellos el famoso y aún operativo telescopio espacial Hubble HST), enviar naves de exploración a otros planetas, hasta para llegar a la Estación Espacial Internacional (en órbita desde noviembre de 1998) para intercambio de tripulación y/o suministro de equipos. Aunque era una configuración versátil capaz de mantenerse en órbita durante una única misión unos 17 días (STS80) y alcanzar órbitas de hasta 650 kilómetros de altura, y a pesar de las mejoras que continuamente se realizaron durante todo el programa, su coste por lanzamiento era alto, mucho más alto de lo que inicialmente se pensó.

Una vez hecho el desembolso del desarrollo de los cinco transbordadores operativos, cada lanzamiento venía a resultar por unos 450 millones de dólares al finalizar el servicio (2011) según fuentes de NASA [6].

Es decir, por una parte tenemos  la seguridad de la nave puesta en duda tras los terribles accidentes del 28 de enero de 1986 en el que el Challenger (STS-51) se desintegró a los 73 segundos del despegue causando la muerte de los 7 tripulantes, y el del Columbia (STS-107) que el 1 de febrero de 2003 -durante la reentrada- se desintegró causando también la pérdida de sus 7 tripulantes. Por otra parte tenemos unos costes de operación mucho más altos que los que se esperaban cuando se realizó el diseño. Si añadimos una base tecnológica obsoleta y poco escalable, tenemos motivos más que suficiente para pensar en otras alternativas y retirar el programa.

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Atlantis STS-135 en la rampa 39A de Cabo Kennedy preparado para el lanzamiento en julio de 2011. Este sería el último vuelo de astronautas estadounidenses a bordo de un vehículo espacial estadounidense.

La NASA canceló el programa de los STS con el vuelo del  transbordador Atlantis (STS-135) en julio de 2011, tras 30 años de servicio de los mismos, quedándose sin capacidad de enviar astronautas al espacio con sus propios medios.

Tan solo los excelentes cohetes Delta IV (fabricado por Boing) y  Atlas V (fabricado por Lockheed Martin) dejaban capacidad a los EE.UU para enviar satélites y misiones de exploración planetaria. Desde diciembre de 2006 ambas empresas constructoras decidieron formar «United Launch Allience» (ULA) como proveedora de servicios de lanzamientos para el gobierno, tanto de carácter militar (FA) como civil (NASA).

Cada lanzamiento viene a costar unos 460 millones de dólares.

La subcontratación de vuelos para llegar a la ISS: Roscosmos

Estados Unidos no podía enviar astronautas a la ISS, ni carga, si no era a través del lanzador ruso «Soyuz» de la agencia espacial rusa Roscosmos. Esta nave, diseñada cuando aún existía la antigua Unión Soviética, es capaz de llevar tres personas a órbita baja, y su vector de lanzamiento (también denominado Soyuz) es capaz de enviar cargas más allá de órbitas LEO, para la exploración del sistema solar.

Logo_Roscosmos
Logotipo de la Agencia Espacial Federal Rusa, Roscosmos.

El programa fue creado por el mítico Serguéi Koroliov, el «Von Braun» soviético, que por desgracia corrió una suerte muy diferente a su camarada estadounidense. El programa ha sufrido variaciones importantes a lo largo de los años (Soyuz T, TM, TMA, TMA-M y  finalmente TMA-MS), y todas las últimas misiones han ocupado principalmente como destino la ISS.

Respecto al vector de lanzamiento, a pesar de su concepto de cierta madurez, se ha demostrado su alta fiabilidad.

Si el abastecimiento de la ISS no precisa intercambio de tripulación, la nave Soyuz es sustituida por la nave autónoma Progress, sin zona de tripulación, muchas veces referido como «carguero Progress», que también ha demostrado su fiabilidad y durabilidad a pesar de tratarse también de proyectos muy longevos.

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Acercamiento a atraque de la Soyuz TMA-12M. Fotografiada desde la ISS, en órbita terrestre a 400 kilómetros de altura. Crédito NASA/CC

Sin el servicio de las naves Soyuz y Progess actualmente sería casi imposible mantener operativa la Estación Espacial Internacional, con todos los experimentos que son realizados en ella, por no citar que estas naves son las que se utilizan para corregir la órbita de la ISS, y se encuentran como «bote salvavidas» de emergencia en la estación.

Si, es cierto que China ha desarrollado su propia estación espacial (de mucho menor tamaño) sus cápsulas y sus vectores de lanzamiento propios, y en la última década se ha puesto a la altura –si no superado-  de las principales agencias espaciales del mundo. Pero no veo claro que China esté dispuesta a una cooperación internacional, realizando sus propios planes tripulados para la Luna -que ha fijado para 2030 de forma oficiosa- y posteriormente para Marte, quizás en la década siguiente.

A EE.UU poner UN astronauta en la ISS mediante una nave rusa Soyuz, actualmente le cuesta la friolera de unos 90 millones de dólares, que tiene que pagar a Roscosmos. Desde la retirada de los transbordadores espaciales, la NASA ha pagado varios miles de millones de dólares a su homóloga rusa por sus servicios.

Volver al espacio y a la Luna en 2028 (SLS)

Naturalmente NASA inició en 2010 el diseño de su programa «Space Launch System» o sencillamente SLS, que recogía parte de la filosofía del STS (re-utilización de componentes) para abaratar gastos y por otra parte la potencia del cohete Saturno V, que permitiría misiones tripuladas orbitales, a la Luna y más allá; el planeta rojo. El contratista principal del SLS ha sido la siempre fiel empresa Boing.

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El diseño del SLS de NASA en sus diferentes configuraciones. La segunda por la izquierda es la que incluye la capsula Orión con tripulación.

Actualmente, a pesar de los retrasos, y tras asegurar la administración del presidente Trump [7] mediante la llamada «Directiva de Política Espacial 1» que la agencia espacial estadounidense  volvería a la Luna con el programa Artemisa en el año 2024 y lo haría «para quedarse», parecía  que adquiría ciertas dosis de realidad  tras la petición al congreso de 1600 millones de dólares adicionales el pasado verano, entre el escepticismos de muchos técnicos que consideran una fecha muy precipitada en función del estado de proyecto.

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El SLS comparado con el Saturno V y con el proyecto de la «Starship» de Elon Musk para viajar a la Luna y Marte.

Lo cierto es que el SLS block-1 ya ha pasado sus fases de prueba, y la capsula de tripulación Orión también, así como el modulo de servicio, de unos 4 metros de longitud que ha sido construido por la Agencia Espacial Europea, y ya ha sido sometido a las pruebas necesarias durante el pasado año.

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Parte principal del SLS para Artemisa. Crédito NASA

De hecho la fase siguiente será el primer vuelo del conjunto de todo el sistema en un vuelo de prueba sin tripulación bautizado como EM-1 (Artemisa-1) que debería llevar la cápsula Orión hasta órbita lunar y volver de nuevo a nuestro planeta para ser recuperada en el mar sin incidentes, y que partiría desde la rampa 39B del complejo de lanzamiento de cabo Kennedy en algún momento del próximo año.

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La cápsula Orión y modulo de servicio para Artemisa, durante los ensayos de resistencia. Crédito NASA.

Sin embargo para descender sobre nuestro satélite en 2024,  la NASA aún no cuenta con un modulo lunar (HLS), y para ello abrió ofertas a diferentes empresas privadas el pasado año. Finalmente ha sido este mes de abril cuando dio a conocer las tres empresas finalistas que competirán por construirlo; Blue Origin, Dynetics y Space X, estableciendo que en febrero de 2021 decidirá que diseño es el finalista y que por tanto deberá construirlo para su entrega.

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Concepto artístico de los 3 programas finalistas para fabricar el módulo lunar (HLS) del programa Artemisa de NASA

A todo esto, los planes futuros de NASA para permitir una estancia continuada en una futura base en la Luna requerirán de un número repetido de misiones y también de una estación orbital; la estación espacial Gateway alrededor de la Luna. Sin embargo el concepto de esta estación espacial, nunca se ha acabado de perfilar con definición, y la actual crisis mundial debido a la Covid parece hacer que se difumine aún más, al menos hasta el final de  esta década.

Esta modificación en el programa lunar ha llevado a hacer modificaciones importantes en el número de lanzamientos necesarios del SLS para el primer alunizaje que sería el EM-3 (Artemisa 3), muy probablemente estando constituido por dos lanzamientos consecutivos del SLS; uno de ellos con la Orión y el módulo de servicio y otro con el módulo de descenso lunar HLS.

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Los planes de NASA para el programa Artemisa de retorno a la Luna. Crédito NASA.

NASA se sitúa con estos cambios en más de 20 000 millones de dólares para conseguir –si todo va bien- poder hacer despegar el año que viene la EM-1 (Artemisa 1), pero los objetivos marcados de 2024 –claramente políticos ante la presión mediática de los éxitos chinos en el espacio-, parecen ser difícil de conseguirse.

Pero el SLS es un cohete grande, muy grande, para grandes lanzamientos de NASA. Para poner una carga útil en órbita de no excesiva en masa o llevar astronautas en la ISS es posible quedarse con un proyecto intermedio, que se lo puedan proporcionar las actuales empresas privadas del sector, tanto las componentes de ULA …como otras emergentes.

 

La empresa privada en el espacio: ¿sola o con leche?

Hemos mencionado la empresa privada Space X [8] anteriormente, sin duda es una de las fichas más importantes en todo este juego, que mueve miles de millones de dolares, centenares de miles de puestos de trabajo directo, desarrollos de proyectos innovadores, estudios de eficiencia de materiales o desarrollos óptimos de mantenimiento de soporte vital, entre otros campos que se me ocurren de forma rápida.

Si has leído hasta aquí, es que te apasiona la exploración espacial, y ahora es cuando más vamos a disfrutar del momento que se avecina en pocas horas.

Space X es una empresa aeroespacial privada fundada por Elon Musk en 2002, conocido por ser el fundador de PayPal o Tesla Motors, entre otras grandes empresas de impacto global. Cuando se lanzó a esta empresa aeroespacial, pronto fue tildado de multimillonario excéntrico. En 4 años había invertido 120 millones de euros en el proyecto, que contaba con unos 150 trabajadores en 2006. En 2008 ya eran 500 empleados y se anunció que había ganado un contrato de NASA para proveer carga útil a la Estación Espacial Internacional, con posibilidad de extenderse a misiones tripuladas, cuando las misiones del transbordador espacial (STS) se veían próximas a su fin.

Su primer cohete se denominó Falcon 1 y despegó en septiembre de 2008. Su primer cohete que alcanzó órbita y fue íntegramente recuperado ya se denominaba Falcon 9 y lo hizo en diciembre de 2010 y era ya el lanzador  insignia de la compañía. Aclarar que el número «9» de la denominación «Falcon 9» hace mención a los 9 motores Merlin desarrollados por Space X, y no por una numeración consecutiva en proyectos; es decir, no existió un Falcon 8,7 o anteriores.

En 2012, el Falcon 9 ya había realizado 40 lanzamientos con un importe de factura a clientes de 4000 millones de dólares, y por tanto un serio competidor para ULA, que cobraba 3 veces más por el mismo tipo de lanzamiento.  Space X era ya una empresa aeronáutica que merecía todos los respetos internacionales después de solo 10 años tras su fundación, y gracias a la tecnología en la que la re-utilización tenía gran importancia.

En diciembre de 2015 la recuperación de la fase central fue totalmente controlada, aterrizando de forma vertical, después de un largo desarrollo paralelo. Una buena compilación de vídeos sobre los ensayos iniciales de Space X para lograrlo, hasta el aterrizaje vertical de abril de 2017 (Falcon 9 CRS8)  lo podéis encontrar en [9].

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Los lanzamientos (y recuperaciones de la fase principal) de los Falcon 9 se han convertido en un fenómeno retransmitido en directo a través de Internet por la empresa de forma habitual y seguido por decenas de miles de personas. Se muestras los datos de telemetría básicos y la fase de la misión. Crédito Space X.

Paralelamente Space X desarrolló la cápsula Dragon, que en su versión de carga sería capaz de atracar de forma autónoma a la ISS. Su diseño definitivo empezó en 2006 y su primer vuelo fue en diciembre de 2010, siendo recuperada con éxito. En mayo de 2012 llevó por  primera vez provisiones a la Estación Espacial Internacional (siendo recuperada también con éxito posteriormente) y convirtiéndose en la primera empresa privada en abastecer a la ISS dentro del programa de NASA «Commercial Crew Program». Sus misiones a la ISS para abastecimiento han continuado de forma habitual desde entonces, con una media de dos a tres misiones por año, hasta la actualidad.

Por cierto, Elon Musk anunció este año la variante Dragon XL pensando en el programa lunar y que debería ser lanzada mediante su Falcon 9 heavy, del cual hablamos un poco más adelante.

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La Dragon Cargo, en una de las misiones de abastecimiento a la ISS. Crédito NASA/CC.

En 2014 la NASA ya había seleccionado a Space X (y la CST100 de Boing) como las cápsulas con las que la agencia espacial americana contaría para volver a llevar astronautas (a un precio de 8000 millones de dólares en total por ambos desarrollos) a la ISS. El mito de Space X no dejaba de crecer, mientras Elon Musk anunciaba sus planes paralelos para la Luna y Marte (el Big Falcon Rocket o «Starship») y mantenía sus lanzamientos comerciales para empresas públicas y privadas a un ritmo frenético con su Falcon 9.

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La CST100 de Boing y la Dragon de Space X. Las dos destinadas a llevar tripulación de NASA a la ISS en los próximos años. Dragon será , salvo catástrofe, la primera este próximo miércoles. Crédito EverydayAstronaut.com

La variante de cápsula que Space X desarrollaría para llevar astronautas a la ISS se denominó Dragon Crew o Dragon-2. En las pruebas, la  capsula sufrió una falla en 2015 que se debieron al sistema de retrocohetes para recuperación de la misma con la tripulación, lo que llevo a Space X a modificar el diseño, dotándola de paracaídas para la recuperación. A pesar de este inconveniente, Dragon Crew ha sufrido en sus pruebas mucha mejor suerte que su aliada-competidora CST100 (Boing) que ha presentado diversas fallas (una grave en 2018 en su primera prueba orbital) que han provocado unos plazos de puesta en servicio previstos más retrasados.

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A la izquierda las cápsulas CST100 y Dragon en sus respectivos vectores de lanzamiento. A escala, el actual vector ruso que se utiliza para llevar tripulación a la ISS y por último el STS de NASA ,abandonado en 2011. Crédito EverydayAstronaut.com

Y es que Space X durante la última década tan solo ha tenido  un incidente en un  lanzamiento de un Falcon 9 (junio 2015) que llevaba  una nave de carga Dragon con destino a la ISS, que explotó durante la separación de la primera etapa del cohete. Sus cada vez más perfectas recuperaciones de la fase principal y de las cofias desde finales de 2015, han cambiado nuestra visión de los cohetes espaciales, aterrizando verticalmente sus recuperaciones (de momento) como si del cómic  de «Tintín: objetivo la Luna» se tratara.

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Recuperación (aterrizaje) de los cohetes aceleradores laterales del Falcon 9 Heavy, tras el lanzamiento de «Starman» a bordo del Tesla. Crédito Space X

En 2016 el lanzador Falcon 9 sufriría una revisión a raíz de una explosión durante la carga de combustible en la rampa de lanzamiento, y finalmente en 2018 el Falcon 9 alcanzaría su cuarta y última revisión (Falcon 9 block 5), que es la que está actualmente en uso y partirá en unas horas, junto con la capsula Dragon Crew y tripulación, hacía la ISS.

Paralelamente, en febrero de 2018, Space X lanzaba la prueba de su cohete más potente (reutilizable y recuperable de forma controlada), el Falcon 9 heavy, que puso en una órbita solar más allá de Marte el coche Tesla descapotable rojo de Elon Musk (como prueba de carga útil).

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Vista inferior de los motores del Falcon 9 Heavy durante el ensamblado que es realizado horizontalmente. Crédito Space X

Si el Falcon 9 es capaz de levantar 22,8 toneladas a una órbita baja terrestre (LEO)  y 8 toneladas a una órbita de transferencia (GTO), en su actual configuración, el Falcon 9 heavy es capaz de levantar 64 toneladas a la LEO y  26 toneladas a GTO. Te recomiendo, si no lo conoces,  que disfrutes de este vídeo del primer lanzamiento del Falcon 9 heavy  en este enlace [10], es sencillamente impresionante. Falcon 9 heavy ha volado de forma comercial ya en 2 ocasiones (abril y junio de 2019) hasta el momento.

Pero no nos desviemos del tema, ahora ya casi al final. El Falcon 9 ha volado en 83 ocasiones, en 22 ocasiones llevando a la Dragon en su versión de carga, y muchas otras llevando satélites tanto militares como civiles de diferentes países, incluidos los famosos Starlink [11] de la propia Space X, y que son puestos  en órbita de 60 en 60 en cada lanzamiento.

Por cierto esta megaconstelación de satélites, en curso de despliegue hasta un mínimo de 12000,  ha generado bastantes «haters» de Elon Musk, por su brillo en el cielo nocturno. Pero te invito a que no te formes una opinión tan rápida sobre el impacto de los mismos sin conocer más profundamente el interés y los esfuerzos en curso de la propia compañía para minimizarlo. Incitar al odio entre humanos es fácil,  por desgracia.

Bien, pues con la configuración Falcon 9 + Dragon Crew, en marzo de 2019 se llevo a cabo la primera misión en modo autónomo hacia la ISS (misión conocida también como DM-1), de forma análoga a como lo haría si llevara a bordo tripulantes. Acopló sin incidentes y regresó a los cinco días, recuperándose con éxito.

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Dragon Crew (DM-2) a su llegada para ser ensamblada en el Falcon 9 días atrás. Crédito NASA/Space X

Al mes siguiente, y con la misma cápsula, pero durante un ensayo de su sistema de escape de emergencia para la tripulación (pero sin esta), explotó. El vídeo que circuló por redes sociales no era muy tranquilizador por la virulencia de la explosión. Identificado y subsanado el problema, una nueva capsula Dragon Crew realizó con éxito el ensayo de escape de emergencia en vuelo que puedes ver en este enlace [12]. Este éxito era el último requisito antes que los dos astronautas de NASA Behnken y Hurley, ataviados con los modernos trajes de cabina de Space X, partan hacía la ISS en la misión DM-2, el próximo miércoles 27 de mayo, pasadas las 20:30 horas (GMT).

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Preparación del Falcon 9 + Crew Dragon para su disposición de lanzamiento. Crédito Space X.

Con esta misión finalizan casi 10 años en los que los astronautas estadounidenses precisaban de los servicios de Roscosmos para volar a la ISS. La NASA vuelve a tener alas, entre la incertidumbre de la pandemia que atravesamos, el aporte de la empresa privada (Space X) y los nuevos desafíos, que recordemos, entrañan siempre riesgos importantes.

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Falcon 9+ Crew Dragon DM-2 esperando el la mítica rampa de cabo Kennedy. Nótese el logotipo de NASA (el «gusano») en el Cohete de Space X. Crédito Elon Musk.

Y todo esto, lo podremos seguir en directo a través de la web de space X, como es habitual en todos sus lanzamientos:

https://www.spacex.com/launches/

Como también por NASA TV, en su especial «launch America«:

https://www.nasa.gov/specials/dm2/

Salvo inclemencias o imprevistos de última hora que lo posterguen, recordad que este miércoles 27 de mayo a las 20:30 (GMT), 22:30 hora civil Española, tenéis una cita en directo con un lanzamiento que marca una nueva superación astronáutica.

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Bob and Doug, with Nasa and Space X. Crédito: Space X

¡Buen viaje a 400 kilómetros de altura sobre la superficie de la Tierra!

PD: por cierto, si quieres atracar la DM2 a la ISS, prueba el simulador que Space X pone a tu disposición, y siéntete un poquito (poquito) astronauta.

https://iss-sim.spacex.com/

Enlaces del Texto

[1] Y si todo sigue según lo previsto, volveremos a emitir  en directo, desde varios telescopios en la provincia de Castellón (España) nuevamente la Luna, pero esta vez en cuarto creciente y mucho mejor dispuesta para su observación telescópica que en fase de llena, nuevamente a través de Yotube (22:00 horas GMT) en el último sábado de mayo, en lo que confío marque una etapa más hacia el retorno a la normalidad en nuestras vidas. Enlace de Youtube https://youtu.be/e6dnN9BKHvQ La emisión será en estricto directo y no se procederá a su grabación.

[2] https://www.youtube.com/watch?v=WZyRbnpGyzQ

[3] https://www.youtube.com/watch?v=GmN1wO_24Ao

[4]https://www.forbes.com/sites/alexknapp/2019/07/20/apollo-11-facts-figures-business/#562499cb3377

[5] https://www.nasa.gov/mission_pages/apollo/index.html

[6] https://www.nasa.gov/centers/kennedy/about/information/shuttle_faq.html#10

[7] https://www.reuters.com/article/us-usa-trump-space/trump-to-start-process-of-sending-americans-back-to-moon-white-house-idUSKBN1E51QP?feedType=RSS&feedName=topNews&utm_source=twitter&utm_medium=Social

[8] https://www.spacex.com/

[9] https://youtu.be/AllaFzIPaG4

[10] https://youtu.be/A0FZIwabctw

[11] https://www.starlink.com/

[12] https://youtu.be/mhrkdHshb3E