La señal «Wow» 40 años después
En 1995 tuve la oportunidad de entrevistar al Dr. Frank Drake con motivo de su estancia en España para recibir la medalla de la Fundación Joan Oró, en la localidad de Lleida y de la mano del prestigioso bioquímico español, colaborador de NASA. Impartió una conferencia sobre «búsqueda de vida extraterrestre» y después me concedió una entretenida entrevista, que fue portada del número 113 (abril 1995) de la revista de divulgación de Astronomía, Tribuna de Astronomía.
Algunas de las respuesta que me facilitó en un más que aceptable español (Arecibo está en Puerto Rico) fueron muy simpáticas e interesantes, y más procediendo del astrónomo estadounidense pionero del proyecto OZMA y SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) y actualmente de 87 años recién cumplidos.
El autor de la famosa Ecuación de Drake, popularizada por su amigo el astrónomo Carl Sagan — autor de la serie Cosmos— en aquella ocasión no dudó en asegurarnos que hacia el año 2000 tendríamos las primeras evidencias de inteligencias extraterrestres en forma de señales de radio inteligentes —un mensaje— , proveniente del espacio.

Lo cierto que el 6 de octubre de ese mismo año, los astrónomos Michael Mayor y Didier Queloz publicaron en la prestigiosa revista Nature [1] el descubrimiento desde el Observatorio de la Alta Provenza (Francia) del primer planeta alrededor de otra estrella; 51 Pegasi, una estrella a 50 años luz y de la secuencia principal (SP), esto es, bastante parecida al Sol, excepto por algo más de edad, masa y luminosidad. 51 Pegasi b revolucionó nuestro concepto de la posible existencia de planetas alrededor de otros soles.
En los años siguientes el número de exoplanetas descubiertos creció de forma exagerada, especialmente con los descubrimientos del telescopio espacial Kepler de la NASA [2], puesto en órbita en el año 2009 precisamente con la única finalidad de descubrir planetas alrededor de otras estrellas. El goteo incesante de descubrimientos de exoplanetas, muchos ya comparables a nuestro propio planeta —de tipo terrestre—, y algunos en la llamada zona de habitabilidad —allí donde es posible la vida como la conocemos— hace pensar que precisamente la vida pueda ser un fenómeno bastante habitual en el universo.
Sin embargo, llegado el año 2000, no tuvimos ninguna señal alienígena detectada e, incluso, actualmente con más de 4000 exoplanetas descubiertos [2], seguimos sin escuchar nada anormal con nuestros radiotelescopios. De momento, no detectamos a nadie «ahí fuera» intentando comunicarse.
La llamada señal «Wow» [3] fue captada desde el radiotelescopio de Big Ear (Ohio, EE.UU) [4] un cálido día de agosto de 1977 y que duró 71 segundos en la frecuencia de los 1420 megahercios.

El astrónomo que la detectó, y que por parecerle extraña anotó la exclamación «Wow» al margen del listado del ordenador, no sabía que aquella señal pasaría a la historia de la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Una señal breve, única, que no se pudo volver a escuchar desde ningún otro radiotelescopio en la Tierra, pero que fue una de las pocas observaciones “peculiares” en los miles de horas de escucha en diferentes frecuencias.
Ahora esta señal que ha permanecido en el recuerdo de muchos resulta que ha sido explicada por el astrónomo A. Paris (St. Petesburg College, EE.UU) [5] en base a una emisión de hidrógeno expulsada por el cometa 266/P, que aquel caluroso verano se encontraba merodeando las proximidades de la constelación de Sagitario, de donde parecía provenir la señal.
No hemos tenido una nueva ocasión de volver a hablar con el Dr. Drake. Pero si lo cierto es que llegado el año 2000 no tuvimos ninguna señal alienígena, 25 años después del descubrimiento del primer exoplaneta citado, la detección de planetas potencialmente habitables alrededor de otras estrellas de nuestra galaxia es constante, y la formula simbólica del Dr. Drake, adquiere cierta entidad estadística en cuanto a número de planetas tipo terrestres y en la zona de habitabilidad, aumentando así las posibilidades de que no nos encontremos solos ni sordos, solo un poco desafortunados.
[1] Nature, Volume 378, Issue 6555, pp. 355-359 (1995).
[2] https://www.nasa.gov/mission_pages/kepler/main/index.html
[3] http://www.bigear.org/6equj5.htm
[4] http://www.bigear.org/default.htm
[5] http://planetary-science.org/wp-content/uploads/2017/06/Paris_WAS_103_02.pdf