¿Qué es el tránsito de Mercurio?
Este próximo lunes 9 de mayo de 2016 será visible un tránsito del planeta Mercurio por delante del disco solar, fenómeno astronómico que sucederá, lógicamente, de día y durante un tiempo de 7 horas y 28 minutos.
Realmente, aunque los medios de comunicación se harán eco de la noticia de una forma más o menos sensacionalista en función del redactor de turno, ya os anticipo que, si ir a observar el tránsito va a suponer una discusión con vuestro jefe o con vuestro entorno familiar, ni lo intentéis, no merece la pena. A cambio, os ofrezco algunos datos que os pueden ser interesantes para que asombréis a vuestros compañeros de oficina cuando saquen el tema de conversación al día siguiente.
Mercurio es el planeta más pequeño y más cercano a nuestra estrella, a apenas 0,38 UA.[1] Pocas personas han tenido la ocasión de verlo: por las tardes nada más ponerse el Sol en dirección Oeste o por las mañanas entre las luces del alba matutina en dirección Este. Además de ser el menos brillante de los cinco planetas visibles a simple vista y conocidos desde la Antigüedad, su proximidad física al Sol provoca también, visto desde la Tierra, una proximidad aparente al Sol en el cielo, por lo que precisamos buscarlo siempre entre las luces del crepúsculo o entre las del alba, con unos horizontes libres de obstáculos.
Eso, en nuestra sociedad actual, a diferencia de en la Antigüedad, hace que pase bastante desapercibido, incluso, para el público interesado en la observación del cielo.
En nuestro hemisferio norte, cuando se puede observar por las tardes tras la puesta del Sol, suele presentar un brillo algo mayor si coincide con la primavera. Si, por el contrario, es posible observarlo por las mañanas del otoño, también lo encontraremos en el momento de máximo brillo.
Al tratarse de un planeta interior a la órbita de la Tierra, al igual que el planeta Venus, por el telescopio, es posible observar sus fases, como las de la Luna, aunque, obviamente, con un tamaño mucho menor por la lejanía y el diámetro.
Venus es un planeta mucho más brillante que Mercurio, más grande y más cercano a la Tierra. Eso provoca que casi con cualquier telescopio sus fases sean bien visibles (no esperéis ver más detalles que sus fases; su densa atmósfera nos impiden observar su superficie). Por el contrario, las fases de Mercurio pasan mucho más desapercibidas junto a lo escurridiza que es de por sí su propia observación. Mercurio tiene solo 4900 km de diámetro (frente a los 12 100 km de Venus), y ello unido a la distancia que nos separa (0,6 UA[1] de Mercurio frente a las 0,3 UA[1] de Venus, en los momentos de máximas aproximaciones relativas a la Tierra), provoca que conociéramos poco del planeta hasta hace relativamente escasas décadas.
Hoy sabemos que Mercurio es básicamente un planeta con un aspecto similar a la Luna, desprovisto de atmósfera, ampliamente craterizado y con temperaturas extremas (muy frías y muy calientes) debido a la peculiar duración del día. Otros descubrimientos, como el campo magnético, que indican un núcleo proporcionalmente grande o la posible presencia de agua en el interior de algunos cráteres de zonas polares, son muy recientes.
Galileo, cuando utilizó por primera vez su deficiente telescopio allá por el 1610 para observar Mercurio, no consiguió distinguir sus fases. Tuvimos que esperar a telescopios algo mejores para que se advirtieran las fases que presentaba el planeta en 1640.
Curiosamente, Gassendi observó un tránsito del planeta por delante del disco solar en 1631, pero no fue hasta casi finalizado el siglo XIX cuando se pudo determinar el período de rotación sobre su eje (88 días fijados por Schiaparelli en 1880), que, en principio, parecía coincidir con el período de traslación alrededor del Sol, en lo que podría ser una rotación acoplada. No fue hasta pasada la mitad del siglo XX cuando se pudo fijar que su período de rotación era de 59 días, y ello solo pocos años antes de que la primera misión de la NASA llegara a este planeta fotografiando un mundo desolado por impactos.
Lógicamente, solo los planetas interiores a la órbita de la Tierra pueden presentar tránsitos por delante del disco solar. Debido a las diferentes inclinaciones orbitales de los planetas, los tránsitos por delante del disco solar de Mercurio no son habituales; de media, se producen unos 13 tránsitos por siglo, mientras que los tránsitos de Venus se producen en pares separados por 8 años, pero con más de un siglo de diferencia. Los últimos tránsitos de Venus fueron en 2004 y 2012, mostrándose el primero muy favorable para su observación desde Europa.
Mientras que los tránsitos de Venus revelaron históricamente la presencia de su atmósfera y sirvieron para determinar mejor las distancias a nuestra estrella, lo que hace un par de siglos llevó a astrónomos a realizar expediciones por diferentes partes del mundo para su observación, los tránsitos de Mercurio han sido algo más estériles, excepto en la confirmación del adelantamiento de su perihelio calculado por Le Verrier a finales del siglo XIX (43 segundos de arco[2] por siglo), cuya explicación solo fue posible con la Teoría General de la Relatividad (Einstein, 1915).
Por otra parte, tengamos en cuenta que el tamaño angular aparente que presenta Mercurio no supera los 13 segundos de arco[2] (en el mejor de los casos), mientras que Venus puede superar los 60 segundos de arco[2], por lo que el tamaño aparente del pequeño disco negro que vamos a observar durante su tránsito es notablemente menor en el caso de Mercurio, incluso, menor que muchas de las manchas solares que se presentan ocasionalmente en nuestra estrella.
Este tamaño aparente implica que no es un fenómeno que podamos observar a simple vista con los medios adecuados y seguros (gafas especiales para ver eclipses de Sol disponibles en comercios de óptica), o con medios más chapuceros e inseguros (el clásico vidrio de soldador, CD-ROM, radiografías y otras parafernalias similares). Precisamos como mínimo de medios ópticos de poca potencia (prismáticos o pequeños telescopios), pero siempre adecuadamente protegidos con filtros homologados de abertura (delanteros a la óptica), a no ser que se trate de telescopios diseñados específicamente para la observación solar (marcas Lunt, Coronado, etc.).
Cuándo
El próximo lunes 9 de mayo, desde poco después de las 13 horas (13:11 h) del mediodía hasta las 20:39 h de la tarde, el planeta Mercurio pasará por delante del disco solar, fenómeno observable con los medios adecuados y seguros de forma completa, que no se observaba desde noviembre de 2006 y que no volverá a ser visible hasta noviembre de 2019, si bien, en esta próxima ocasión, no veremos el tránsito completo, pues el Sol se pondrá por el horizonte Oeste antes de que finalice el fenómeno astronómico. El próximo tránsito completo de Mercurio visible desde nuestra provincia será en noviembre de 2039.
Cómo
Quizás debería ponerlo en color rojo, pero, a estas alturas, creo que el lector conoce de sobra los peligros de la observación solar. Mirar el Sol con un telescopio o cualquier otro instrumento óptico (prismáticos, teleobjetivos, etc.) sin la adecuada protección (filtros homologados de abertura, es decir, delanteros) o telescopios dotados de prisma de Herschel para observación solar o telescopios solares tipo H-alfa, te dejará ciego.
Lo bueno es que parece ser que la quemadura de nuestra retina es indolora y que siempre te quedará el otro ojo. Lo malo es lo irreversible de la quemadura y la pérdida de la visión estereoscópica para el resto de tu vida.
No es una broma; aunque lo comente en ese tono, es un asunto muy serio: no mires al Sol si no tienes claro el tema de la seguridad de la observación.

Si no dispones de ninguno de estos dispositivos, con un pequeño telescopio sobre trípode, puedes sujetar una pantalla formada por un cartón rígido con un folio blanco para, así, proyectar la imagen del Sol, pero en este escenario hay que ir con extremo cuidado de nunca «apuntar» previamente al Sol mirando —ni por el telescopio ni por el buscador—, sino tanteándolo hasta que lo encuentres. Poner un ocular de pocos aumentos facilitará mucho la labor y es la forma más sencilla de seguirlo. Atención a si hay niños en las cercanías del telescopio en caso de utilizar este método de observación; tienen una curiosidad imparable por poner el ojo por donde se proyecta la imagen en cuanto te descuides un poco. En el caso de que no sea tu propio hijo al que se le ocurre la insensatez de mirar por el telescopio, más vale que te vayas buscando un buen abogado y practicando algo de defensa personal, pues creo que sus progenitores desearán entablar una conversación contigo tras la visita a urgencias del hospital y la compra de un parche ocular en la ortopedia. Tu pareja también puede desear romperte algo.
¿Es divertido?
Pues a mi modesto entender, no. Es más bien realmente aburrido. Con cinco minutos, ya puedes estar saturado de ver un diminuto disco oscuro, que apenas se mueve sobre el disco solar. Pero hay algunos alicientes: puedes tener la suerte de que el Sol presente algunas manchas solares y podamos dedicarles algo tiempo a observarlas; ver sus formas diferentes y la separación entre las zonas de umbra y penumbra, así como la granulación solar si el telescopio es de cierta calidad y la atmósfera está estable. Si utilizamos un telescopio solar (H-alfa o calcio), es la excusa perfecta para confiar en tener la suerte de poder observar alguna protuberancia, que suele ser algo más vistoso.
En todo caso, si consigues observarlo, no pienses que ya te puedes morir tranquilo. La astronomía presenta espectáculos celestes que son realmente mucho más espectaculares.
Un saludo y… ¡que la sombra de Mercurio te acompañe!
PD: Si, a pesar de mis advertencias, no tienes un telescopio preparado para observar con las adecuadas precauciones el fenómeno, te aburren los frikis que tienen telescopios adecuados y no deseas acercarte a que te mareen con sus tecnicismos y te repitan cien veces lo negro que es el diminuto disco de Mercurio, tienes a Sky-live.tv, que realizará una retransmisión por Internet desde la isla de La Palma de todo el fenómeno, en colaboración con el proyecto europeo Stars4all. http://www.sky-live.tv/
[1] UA: unidad astronómica, es la distancia media de la Tierra al Sol, unos 150 millones de kilómetros.
[2] Segundo de arco (“): unidad de medida angular que equivale a 1/3600 del grado sexagesimal. Un disco CD-ROM a una distancia de 40 km sostendría con un tamaño angular de un segundo de arco. La Luna (o el Sol) sostienen un tamaño aparente en el cielo de 30 minutos de arco, o 1800 segundos de arco.
[…] (1) https://cielosestrellados.net/2016/05/07/transito-de-mercurio-espectaculo-celeste-o-mera-anecdota/ […]
Me gustaMe gusta