La Luna llena del cristianismo (o no)
La primera luna llena de la primavera boreal marca la celebración de la semana santa.
A la mayoría de los aficionados a la astronomía no se les escapa que, normalmente coincidiendo con las vacaciones de Semana Santa, solemos tener luna llena. Muchos de nosotros sabemos que estos días normalmente no son muy compatibles con la observación al telescopio de cielo profundo (nebulosas, galaxias, etc.), o de la práctica de la astrofotografía, por la presencia de nuestro satélite natural.
Y resulta que este sábado 16 de abril, a las 20:56 hora española, se produce la alineación espacial de la Luna, la Tierra y el Sol, habitual de cada plenilunio.
Podemos saber la hora de la salida exacta de la Luna desde nuestra localidad consultando los datos del Observatorio Astronómico del IGN [1], o también podemos recurrir a multitud de apps gratuitas para dispositivos móviles que, gracias a la geolocalización, nos dice la hora exacta y su azimut en el momento de la salida (o posición angular exacta de salida respecto al Norte) o incluso simular ese momento mediante la llamada realidad aumentada. Para mi localidad la salida de la Luna es las 20:30, con el Sol todavía encima del horizonte Oeste.
Por tanto, esta Luna llena, además de la belleza habitual que nos ofrece su contemplación a simple vista, también ofrece a muchos astrofotógrafos la posibilidad de la captura de la misma saliendo detrás de algún motivo de paisaje significativo, y más conociendo que esta salida se produce aún con las luces de la puesta solar que permite jugar con las luces del paisaje que aún se encuentran iluminadas.
Pero esta primera luna llena de la primavera boreal tiene un especial significado para aquella parte de la sociedad practicante de la religión cristiana, y en realidad, colateralmente, incluso con parte de aquella sociedad que no lo es, -pues al igual que las vacaciones de la Navidad-, hay unos días festivos que permite a muchas personas descansar laboralmente -y a otras personas trabajar más-.

Y es que la fiesta de la Semana Santa, donde se conmemora la muerte y resurrección de Jesucristo, profeta del cristianismo, es una festividad que se pone de acuerdo al calendario lunar.
En el llamado Concilio de Nicea, en el 325 d .C y posteriormente con el influyente monje romano Dionisio el Exiguo (creador del «Anno Domini», 525 d. C) se designó que el llamado «domingo de resurrección» (Pascua de resurrección) sería el primer domingo tras la primera luna llena de la primavera boreal.
Considerando que el equinoccio de primavera no se da siempre el mismo día, ya que la órbita de la Tierra al Sol no es exacta en número entero de días (por eso lo de los años bisiestos), el equinoccio se puede producir los días 20,21 o 22 de marzo. A partir de aquí hay que considerar cuándo es plenilunio, y respecto a esta fijar la festividad cristiana. Esto provoca que la Semana Santa tenga una variación máxima de hasta 33 días desde la fecha del equinoccio de primavera boreal.
Al igual que con otras festividades, como la Navidad o la noche de Sant Joan, podemos intuir que estas fechas cristianizadas, tienen una base mucho más antigua y de origen pagano, vinculadas a los solsticios o a los equinoccios, cuando se rendía culto a los astros como deidades, y se les pedía o invocaba -en diferentes ritos, costumbres y festejos- que el cambio de estación trajera épocas de bonanza o de tranquilidad.
Mis conciudadanos, caerán en la cuenta que nuestras fiestas fundacionales de la ciudad de Castelló de la Plana -las fiestas de la Magdalena-, también oscilan en el calendario, y si, esa oscilación es debida a que estas fiestas se ponen de acuerdo a la Semana Santa y por tanto, también de acuerdo a la Luna.
Todos somos de una forma u otra, un poco lunáticos y lunáticas.
Espero que os haya gustado y gracias por leerme.
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