El solsticio en pocas palabras

El solsticio en pocas palabras

Si el pasado 20 de marzo te perdiste mi entrada de «El equinoccio en pocas palabras» [1], ahora no te puedes perder esta del solsticio [2], o tendrás 7 años de mala suerte.

El próximo martes se inicia el verano astronómico en el hemisferio Norte de la Tierra y el invierno en el Sur.

Aquí en el Norte, el Sol alcanza su máxima altura a medio día (hora solar) en dirección del punto cardinal Sur. Ello se corresponde con el arco más grande que describe el Sol por encima del horizonte, y por tanto con más horas de luz, y aunque este último aspecto no es absolutamente exacto como algunos sabréis, no hace falta entrar en detalles en esta ocasión.

El Sol estará por encima del horizonte del observador prácticamente 15 horas en nuestra latitud (40ºN). Por tanto, tradicionalmente se habla de la noche más corta del año y el día más largo, que, por aquello de la cristianización de los rituales paganos de la antigüedad (muchos de los cuales se siguen conservando), se trasladó a la festividad de San Juan el 24 de junio.

Fijémonos en la captura de Stellarium. El verano entra a las 11:14 horas en la Península, pero vamos a considerar -por comodidad para mostrarlo- que sea a las 14 horas, que es medio día solar (12 hora solar).

La línea rojiza es la trayectoria del Sol a lo largo del año atravesando las constelaciones del Zodiaco, que denominamos eclíptica. En realidad, es la proyección del Sol al moverse la Tierra a lo largo del año.

La línea azul es el ecuador celeste, que es la proyección del ecuador terrestre en la bóveda celeste.

La línea blanca vertical que va desde el punto cardinal Sur hasta el cenit Z (vertical del observador) es la mitad del meridiano del lugar. Por comodidad representativa el meridiano del lugar no se muestra entero, pues continuaría y llegaría hasta el punto cardinal Norte, pasando por el Polo Norte Celeste PNC (muy cerca de la estrella Polar).

La separación entre la curva roja (eclíptica)- que aquí se presenta casi recta por la proyección utilizada en la representación- y la curva azul está en la máxima distancia (positiva por convención) de separación del Sol respecto al ecuador celeste. Esta separación máxima es precisamente el ángulo de inclinación orbital de la Tierra, los 23, 5º responsables de que en nuestro planeta existan estaciones.[3]

En azul el plano de la eclíptica. Es producido por el desplazamiento anual de la Tierra alrededor de el Sol. A nosotros nos parece que el el Sol el que se mueve por la eclíptica, describiendo ese plano. Tomado de HyperPhysics (Georgia State University).

La separación entre la posición del Sol y la vertical del observador (Z) es por el contrario mínima, es decir, el Sol está cerca del Cenit en este momento y se proyectará la sombra más corta de todo el año.

Si me estoy explicando bien, sabrías ya en que lugar de la Tierra (en que latitud Norte), el Sol se sitúa exactamente en el Cenit (Z) y por tanto no proyectaríamos sombra lateral, ¿verdad?

Curiosamente nada más empezar el verano, los días empezarán a acortar, la separación del Sol respecto al ecuador celeste a decrecer y las noches a alargar, sin embargo, para nosotros -los del Norte- empieza la época de ocio veraniego acompañado de temperaturas en ascenso con su máximo tradicionalmente en los «Días de la Canícula», actualmente finales de julio e inicios de agosto.[4]

En el Sur tenéis que aplicar la matriz inversa, es decir, se ve al revés, el Sol alcanza su altura más baja y realiza el arco más pequeño por encima del horizonte. Empieza el invierno austral.

Espero haber ayudado a aclarar conceptos, o en todo caso, esa era mi intención.

Un saludo y como siempre, ¡gracias por leerme!

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Referencias:

[1] https://cielosestrellados.net/2022/03/20/el-equinoccio-en-pocas-palabras/

[2] Bueno, en realidad no tendrás siete años de mala suerte, pero ya de paso te cuento que «solsticio» viene del vocablo «Sol quieto», y es que en los dos solsticios (de verano y de invierno) el sol alcanza sus dos máximas separaciones del ecuador celeste (positiva y negativa por convención) y es cuando parece dejar de separarse del ecuador celeste para volver a acercarse, eso provoca que el Sol se «detenga» antes de cambiar su movimiento aparente.

[3] ¡Gracias inclinación orbital!

[4] https://cielosestrellados.net/2021/07/17/las-noches-de-los-dias-con-un-calor-de-perros/

Sueño de una noche de verano: la noche de San Juan

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Noche de Sant Joan en las playas de Castellón. Crédito: autor

 

Sueño de una noche de verano: la noche de San Juan

El pasado jueves 21 de junio pasado el mediodía local, empezó el verano boreal de este año, lo que en astronomía se conoce como el solsticio de verano. Aunque es bastante común que muchas personas piensen que el verano se produce por la distancia de la Tierra al Sol, en realidad, no es correcto. Las estaciones no tienen nada que ver con las distancias de nuestro planeta al Sol —de hecho, a principios de julio, alcanzamos el punto más alejado de la órbita—, sino con la inclinación de la Tierra respecto a la órbita de nuestro planeta alrededor del Sol.

La inclinación del eje de rotación de nuestro planeta (23,5 grados) respecto al plano de la eclíptica (el plano definido por la translación alrededor del Sol) provoca que durante el verano los rayos del Sol caigan, en el hemisferio norte de la Tierra, sobre la superficie de una forma más perpendicular, provocando mayor calor que cuando caen oblicuos durante el invierno.

El Sol alcanzó durante la mañana del pasado jueves su máxima altura en el horizonte, lo que provoca que las sombras de los objetos o las personas sean las más pequeñas de todo el año en el hemisferio norte de nuestro planeta.

Para la latitud de nuestras comarcas, la altura del Sol al mediodía fue de 73,5 grados, por lo que su trayectoria desde la salida hasta la puesta es la máxima de todo el año y provoca el día más largo y la noche más corta.

Esta posición solar en el cielo —y no la distancia a nuestra estrella—, que marca el inicio del verano, se ha venido celebrando desde la antigüedad con cultos místicos, especialmente en zonas rurales, donde se vivía íntimamente ligado a la observación del firmamento con finalidades prácticas, y su intento de cristianizarlo y borrar las celebraciones paganas es lo que hasta nuestros días ha llegado como la celebración de la noche de Sant Joan, que, contrariamente a lo que el público piensa, no es, con exactitud, la noche más corta del año.

En todo caso, hoy, como durante los últimos miles de años, celebramos la vida en su esplendor. Entre la multitud de orígenes de esta celebración mística, mágica y extraña que sigue captando la atención de miles de personas, se pueden citar la festividad griega en honor al dios Apolo, la celta en honor al dios Belenos, o la festividad romana en honor a la diosa Minerva. En la Europa central también es conocida como «Sommersonnenwende», e incluso en la lejana civilización Inca como «Inti Raimi» o día del Sol. De alguna forma todos los antiguos pueblos, en su culto al astro rey, buscaban en estas celebraciones «obligar» a que el Sol regresara nuevamente sobre sus pasos en el cielo después de alcanzar su punto culminante –y casi quieto- en la esfera celeste  y que el ciclo natural de las estaciones volviera así a repetirse con seguridad, frente al temor a lo desconocido o imprevisible.

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El mundo y sus demonios. Crédito: autor.

 

La noche de San Juan es así, tradicionalmente una noche considerada mágica e importante tradicionalmente por muchas culturas, y que -según diferentes mitologías- durante la misma se abren y cierran puertas con otros mundos sobrenaturales, se producen apariciones y desapariciones misteriosas, vagan  hadas por los campos y ciertas hierbas tienen poderes excepcionales si son recogidas durante la noche. En distintas culturas de la costa Mediterránea destaca especialmente el culto al fuego como elemento purificador y ancestral, posiblemente heredado de los cultos romanos a Minerva que eran celebrados con la llegada de la primavera.

Lo cierto es que año tras año miles de personas concurren en lugares abiertos para celebrar la llegada del verano formando hogueras y como es el caso de nuestro litoral, dándose el primer baño al llegar la medianoche.           Un clima agradable incita a pasar una velada al aire libre y contemplar el cielo estrellado al apartar nuestra vista de las llamas. Allá arriba, centenares de centelleantes estrellas que brillan con magia esa noche.

Este año, Venus (al oeste), Júpiter (al sur), Saturno (al este, en Sagitario) y el excepcionalmente brillante Marte, que asoma sobre la media noche sobre el mar Mediterráneo, nos acompañarán. ¡Disfrútala!, nunca se sabe lo que los dioses nos deparan para el próximo año, el cielo puede caer sobre nuestras cabezas.

 

Nota: Extractos de artículos publicados por el autor en el periódico de Castellón «Mediterráneo» (2016 y 2017)