Un estrella nueva en el jardín
Pasados los «días de la canícula» en el hemisferio boreal (ver entrada anterior), nos vamos despidiendo de las noches de temperaturas cálidas y ya empezamos a intuir que la próxima estación no queda muy lejos. Sin embargo, y aunque las noches empiezan a ser sensiblemente más largas y más oscuras, sigue dominando el cielo las constelaciones propiamente estivales del hemisferio norte.
En esta entrada te propongo una observación peculiar, no especialmente sencilla pero tampoco compleja. No debería ser tu primer intento de observación del cielo, hay otras observaciones más sencillas como son el reconocimiento de los grupos de estrellas o asterismos que llamamos constelaciones, o los planetas (Saturno y Júpiter son estos meses los protagonistas del cielo nocturno) o cualquier otra observación de las típicas en una persona que se acerca por primera vez a la observación nocturna de la cúpula celeste.
Pero da la casualidad que de vez en cuando la «inmutabilidad» de los cielos aristotélica no es tal, y nos encontramos con ciertas sorpresas, que merecen captar nuestra atención. Vamos con una de ellas.
Señales celestes
Antiguamente cuando una estrella “fija”, es decir, que se movía solidariamente con el resto de estrellas de la bóveda celeste, aparecía de repente en el cielo nocturno, se la denominaba estrella “nova”.
Vale, en la denominación los antiguos no tenían la imaginación de la que hacen gala los astrónomos modernos al ponerle nombre a las cosas, por ejemplo, a los telescopios; así encontramos nombre actuales como telescopio grande, telescopio muy grande o telescopio extremadamente grande, que son una muestra de la gran creatividad actual (ironía).
Pero a diferencia del escaso interés en la nomenclatura utilizada, la aparición de una estrella nueva en el cielo hace centenares o miles de años, no era asunto nada trivial.

Si la variación del brillo de algunas estrellas visibles a simple vista ya era motivo de cierta preocupación (estrellas variables, mírese por ejemplo información sobre la estrella Algol en Perseo) ante la falta de una explicación racional, no digamos las apariciones repentinas de estrellas en el cielo.
En primer lugar tenía connotaciones místicas, desde anuncios de la proximidad de eventos de gran importancia como cambios que se avecinaban para bien –como el fin de periodos de sequia y tierra yermas o fin de la ausencia de animales para la caza- hasta símbolos de mal augurio como guerras, derrotas, enfermedades de reyes y emperadores o períodos complicados de ausencia de lluvias o de animales para la caza.
La suerte de estas interpretaciones es que, como en cualquier seudociencia, la interpretación en la aparición de una nueva estrella en el cielo puede pronosticar tanto un evento positivo como su opuesto negativo (es lo que tienen las no-ciencias), y eso permitiría a los más habilidosos astrólogos y sacerdotes vinculados a las interpretaciones celestes divinas, salvar su cuello en más de una ocasión, pues la lectura de los cielos en estos términos siempre ha sido históricamente asunto de estado en todas las civilizaciones antiguas.
En segundo lugar, y ciertamente mucho más interesante, el evento provocaba la reflexión sobre la naturaleza de los cuerpos celestes. Desconocemos cuantos estudiosos del cielo –primitivos astrónomos- se preguntaron sobre la verdadera naturaleza de estas observaciones extrañas, que tal cual aparecían, pasado un tiempo desaparecían, en contra de las enseñanzas aristotélicas sobre la perfección de los cielos que tan severamente se mantuvieron durante siglos en nuestra zona de influencia del pensamiento de la Grecia clásica.
La realidad física de una estrella “nova”
Hoy sabemos que estas apariciones inexplicables se corresponden a diferentes fases de la evolución de las estrellas. Porque la estrellas, esas inmensas bolas de hidrógeno en estado de plasma que producen en sus núcleos ingentes cantidades de energía gracias a la fusión nuclear, tienen períodos convulsos, tanto en sus nacimientos, como especialmente en sus fases finales, cuando el hidrógeno deja de fusionarse en su zona central (1) y evolucionan de forma diferente según su masa y según si se encuentran acompañadas o no por otra estrella.
La evolución de las estrellas es una rama a de la astrofísica apasionante e incorpora cada vez escenarios más complejos y detallados, pero solo diremos que, empezamos a recorrer este camino sobre su conocimiento a principios del siglo XX, cuando descubrimos el verdadero motivo de la composición estelar –de mano del ingenio de personas como Cecilia Payne (2) entre otras pocas- y el origen de su energía, que aportaron las bases para una de las más sólidas y apasionantes ramas de la astrofísica moderna, que aún tiene que completar muchas respuestas.
Pronto conocimos que la aparición de estrellas nuevas podía ser debido a dos causas principales (que no únicas), variaciones de brillo en estrellas acompañadas de las cuales al menos una presenta una edad avanzada o tipo evolucionado, o bien como final violento de una estrella llamado supernova, que bien puede ser típicamente de colapso de núcleo en estrellas muy masivas o de transferencia de materia en sistemas binarios de estrellas, que incluye subtipos con escenarios más exóticos por la naturaleza o evolución de sus componentes.

De hecho una de las estrellas «novas» históricas más conocidas (que no estudiadas) de la historia de la astronomía fue la nova de Tycho Brahe, que hoy sabemos se trató de una supernova (SN1572) y que recogió en su obra “De Nova Stella” en 1572, que con el brillo de Venus cuando fue descubierta en noviembre de ese año sorprendió la incipiente nueva astronomía que se avecinaba. Tycho la siguió durante todo el tiempo que fue visible hasta 1573. No sólo consiguió que el término «nova» se incorporara a la astronomía, si no que aportó ciertos valores de carácter científico a sus observaciones (no en vano se le suele citar como el más preciso observador astronómico de la era pre-telescópica), descartando su origen cometario y dándole un origen estelar [3]. Los restos de esta estrella fueron localizados en 1960 por Monte Palomar. Posteriormente se determinó además que se trató de una supernova de tipo Ia, asociada a sistemas binarios enana blanca-gigante roja.
Una estrella nueva en el jardín
Quedando más o menos claro que la antigua definición de “estrella nova” solo hacía referencia a la contemplación a simple vista de una estrella nueva en el cielo, pero que actualmente hablamos de procesos estelares de nova y supernova como escenarios muy diferentes, veamos cual es la tasa de observación de unas y otras.
El periodo de vida de las estrellas lo ciframos en miles de millones de años (para una estrella de tipo solar) por lo que para estrellas de nuestra galaxia, en el que tenemos más de 150 000 millones de estrellas, es posible que durante la vida de una persona no observemos un fenómeno de supernova. De hecho apenas hemos visto menos de una decena en la galaxia desde que tenemos registros, la última fue vista a simple vista en el hemisferio sur y fue la SN1987A en el año 1987. La cosa es muy diferente cuando miramos otras galaxias; en galaxias próximas detectamos un buen numero de novas y en las galaxias lejanas, supernovas que pueden llegar a eclipsar en brillo el núcleo de las propias galaxias.
De novas podemos llegar a ver algunas durante nuestras vidas, pues son mucho más comunes y algunas de ellas sabemos que son recurrentes, es decir, el fenómeno por el cual aumentan temporalmente de brillo debido a la transferencia de materia de una estrella evolucionada hacía otra muy evolucionada y densa de forma cíclica. En el siglo XX hemos observado en nuestra galaxia cerca de medio centenar, con lo que ha sido posible conocer mejor estos escenarios estelares gracias a la fotometría y espectroscopia moderna.
Precisamente una nova y recurrente, es visible simple vista durante este mes de agosto en el cielo del verano boreal en la constelación de Ofiuco. O sea que si tienes ganas de ver esta nueva-vieja estrella y conocida en el cielo, sigue leyendo el final de esta entrada.

Ofiuco es la decimotercera constelación zodiacal (puedes “ser” Ofiuco y tú sin saberlo), y ocupa una gran extensión del cielo mirando hacia el sur estas cálidas noches boreales. Aún así, a pesar que se encuentra en una buena posición para su observación, no es fácil la localización de la nova porque necesitamos de un cielo algo oscuro lejos de las luces urbanas para localizarla. Arriba tienes la carta de S&T d ela constelación de Ofiuco con la zona donde se encuentra la estrella nova denominada RS de Ofiuco.
RS Ophiuchi [5], cuando se descubrió en su subida de luz a principios de este mes se encontró cerca de la magnitud 4. Para hacernos una idea, en una noche oscura, sin Luna y sin polución lumínica, podemos ver hasta magnitud 6, que es el límite de brillo en la visión a simple vista.

Ahora ya está camino de debilitarse, acercándose a la magnitud 5, y en unas semanas se quedará en la bastante débil magnitud de 12,5 habitual. Pero si la localizas, ya sea visualmente o con más facilidad a través de una fotografía [4], sabrás que estás viendo un proceso que sucede cada 15-20 años, aunque esto sucedió en realidad no a parincipios de agosto, si no hace unos 5000 años, pues esa es su distancia en años luz de esta pareja de gigante roja y enana blanca.
Esta gráfica nos puede dar la idea de las últimas variaciones de luz que ha tenido la estrella en las últimas décadas, en la escala de la izquierda tenemos el valor de su magnitud visual. Esta escala como podemos apreciar es cuanto más pequeña, más brillante es la estrella. La diferencia de brillo entre una estrella de magnitud 5 y una de magnitud 6, es 2,5 veces más brillante.

Actualmente la determinación de estos valores se suele realizar de forma electrónica (mediante fotometría CCD), pero aún existen muchos aficionados a la astronomía que siguen haciendo una fotometría visual. Para ellos especialmente son útiles unas cartas de una de las asociaciones de estudio de estrellas variables más conocida del mundo, la AAVSO (6), en las que las estrellas cercanas al campo de la estrella variable tiene marcadas su magnitud con decimales. Una carta de la zona de la mencionada asociación la tienes a continuación.

Para localizarla visualmente, por tanto, utiliza estas cartas, ya sea porque dispones de un buen cielo para localizarla (si no es así también te puedes ayudar de unos pequeños y sencillos prismáticos de tipo 8×30 desde un lugar no tan oscuro) o bien porque vas a hacer una fotografía [4] de la zona y después la vas a identificar comparándola con la carta.
Si lo intentas, ¡te deseo cielos despejados y oscuros!
¡Feliz fin de mes de agosto!
Reseñas del texto:
[1] Evolución estelar. La vida de las Estrellas. Investigación y Ciencia Temas nº 7. Prensa Científica SA. Un clásico con rigor a pesar de sus más de 20 años.
[2] Cecilia Payne. https://mujeresconciencia.com/2017/04/12/cecilia-payne-gaposchkin-la-astronoma-descubrio-la-composicion-las-estrellas/ Una breve reseña a una pionera de la astrofísica moderna.
[3] Historia de la Ciencia, John Gribbin. Editorial Crítica 2003.
[4]Para hacer una fotografía del cielo: Pon tu cámara en modo manual, elige un objetivo estándar de poca distancia focal (un 50 mm es ideal) y baja su diafragma al menor número (3,5 o menos). Sube el ISO (ASA) de la cámara a 2000 siempre que tengas un cielo oscuro (si no tendrás que bajar un poco el ISO o la exposición), y haz una toma en modo Bulb (modo B de velocidades) de unos 15 segundos máximo (si la cámara te permite esa exposición, no es necesario ir a modo B, le pones los 15”). Después localiza la constelación de Ofiuco en el cielo, intenta centrar la zona de la nova y dispara, si es posible mediante disparador de cable y si no mediante disparo demorado (autorretrato) de unos segundos, para evitar que tiemble la cámara al tocarla con el dedo en el disparo. ¡La has captado seguro!. Si tienes alguna duda, ya tardas en enviarme un correo electrónico.
[5] En Simbad (CDS): http://simbad.u-strasbg.fr/simbad/sim-id?Ident=RS+Ophiuchi Para los detallistas que busquen fuentes primarias.
[6] Localizador de cartas de estrellas variables de cualquier tipo, de la AAVSO que facilitan la estimación de magnitudes para realizar graficas de su comportamiento (para observadores visuales avanzados): http://www.aavso.org/observing/charts/
Excelente y muy detallada entrada!
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Muchas gracias, Daniel! Me gusta que te guste 🙂
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