El misterio de Oumuamua ¿nos visitó una nave extraterrestre?

¿El objeto detectado en octubre de 2017 era un asteroide, un cometa o restos de una nave extraterrestre?

El prestigioso director del departamento de astrofísica de la universidad de Harvard-Smithsonian (EE.UU), Dr. Loeb, asegura que hemos detectado una vela solar.

 ¿En qué se basa para una afirmación tan arriesgada?  ¿Qué es lo Loeb que asegura que hemos detectado  y qué implicaciones tiene? ¿Estamos pasando «de puntillas» ante la primera evidencia de la existencia de inteligencia extraterrestre en otros sistemas solares de nuestra galaxia?

Si te interesa tener más claro las evidencias y la polémica que se ha generado en los medios de comunicación y ante la comunidad astronómica, te voy a intentar responder a estas preguntas, tras finalizar la lectura del libro del Dr. Loeb esta misma semana y cuando en realidad quería escribir sobre Marte.

¡Vamos a intentarlo!

Tengo que reconocer que hasta hace relativamente poco, había citado al Dr.  Avi Loeb  vinculándolo  a noticias de divulgación de la astronomía, quizás en  menos de media docena de ocasiones durante estos últimos años.

Revisando mis podcast  de «Cruzando el Universo» [1] de estos últimos 6 años he visto que lo cité relacionándolo con trabajos sobre agujeros negros en compañía del tristemente desaparecido Stephen Hawking, también en varias ocasiones (tanto en el programa como en algunas charlas y cursos)  a propósito del proyecto StarShot [2] que lidera desde 2015  y finalmente de forma mucho más reciente, también sobre el descubrimiento y naturaleza del extraño cuerpo celeste Oumuamua [3].

Desde 2018, Loeb  ha saltado en muy repetidas ocasiones a la palestra de todo tipo de medios de comunicación internacionales por sus atrevidas declaraciones sobre el posible origen del primer visitante estelar  Oumuamua. Sus declaraciones  –cada vez más atrevidas  y menos ambiguas-  se han visto culminadas en expectación pública y cierta polémica por  las diferentes entrevistas concedidas recientemente, con motivo de la publicación de su libro «Extraterrestre» (editorial Planeta, 2021), en el que trata plenamente su visión sobre el primer cuerpo interestelar (procedente de otro sistema solar) que ha detectado la humanidad.

Ilustración del posible aspecto incial de Oumuamua. Posteriormente se ha determinado que es mucho mas plano. Crédito: ESO

Mi opinión sobre su postura respecto a la naturaleza de Omuamua  tengo que decir que ha sufrido cambios importantes, siempre desde la prudencia necesaria. No perdamos la vista, que estamos hablando de ciencia y por tanto de evidencias, muy lejos de relatos fantásticos u opiniones subjetivas aleatorias sobre fenómenos que suceden en el universo.

 Inicialmente me pareció muy interesante su primer paper científico [4] sobre la compatibilidad de las observaciones astronómicas con que este objeto fueran restos de algún  tipo de tecnología extraterrestre, en concreto material similar al propuesto para la construcción de« velas solares» para desplazar naves espaciales. En ese primer momento, y con algunas entrevistas publicadas en medios generalistas (recuerdo la primera que leí en el semanal de el periódico El País), deducía que era un intento de «provocación» hacía a la comunidad científica para  llamar su atención respecto a  que las hipótesis  científicas «atrevidas» pueden ser compatibles con la ciencia tradicional estamental, que mira muchas veces con recelo cualquier investigación que lleve las palabras «inteligencia extraterrestre» en su propuesta, más allá del popular y casi extinto programa SETI [5].

 Decir aquí algo importante para la reflexión: pienso que si las afirmaciones que realizaba el Dr. Loeb, hubieran sido realizadas por cualquier otro profesional, sin su trayectoria científica, muy posiblemente no hubiera tenido ni de lejos  la repercusión mediática que han tenido, y lo que puede ser peor, sus diferentes papers publicados en revistas científicas de revisión por pares, es posible que no hubieran nunca llegado a publicarse.

 Naturalmente esto es una mera hipótesis ya que no tengo a mi disposición información si en alguna ocasión se han enviado papers  (que no hubieran  visto la luz) para su publicación sobre otros fenómenos astronómicos cuyas hipótesis de trabajo se basara (o intervinieran en su explicación del fenómeno) inteligencias extraterrestres de forma directa o indirecta.  Aquí es posible que nos venga a la cabeza algunos «ensayos» sobre el comportamiento de la estrella Tabby [6], pero que nunca alcanzaron  una exposición adecuada para una  publicación científica en la que se  vincule las observaciones fotométricas con una hipótesis que involucren a la presencia de una posible  esfera de Dyson  [6] de forma univoca, más aún, el citado tipo de posible megaestructura de civilización alienígena avanzada (con respecto a nuestra civilización),  solo es una conjetura sobre un papel.

Posteriormente, en los últimos meses quizá, las entrevistas cada vez más habituales aparecidas en medios de comunicación  me provocaban cierta estridencia y me sembraron dudas respecto al criterio e intención de este distinguido científico, director del departamento de astronomía de la destacada universidad de Harvard (desde hace casi una década) y prolífico astrofísico con más de 700 papers [7] publicados en diferentes campos de la misma. Me empezaron a surgir preguntas que posiblemente os estéis haciendo en este momento:  ¿Todos los titulares –algunos muy estridentes- respondían a declaraciones del propio  Loeb o eran una interpretación algo libre del periodista? ¿Los titulares trataban de frases sacadas del contexto exacto de su disertación acerca de Oumuamua o ciertamente Loeb estaba insinuando de forma taxativa que el objeto astronómico era en realidad los restos de una nave alienígena?

El compromiso de Loeb con el proyecto privado StarShot[2], que sigue pareciendo un proyecto actualmente fantasioso con la tecnología e inversión actual, su anunciada jubilación como director del departamento de astrofísica de la universidad de Harvard e incluso una reciente aparición en un programa muy mediático de una cadena privada de televisión de nuestro país, me llevaron a plantearme si no estaba equivocado respecto a conceder más atención al tema.

Sin declarar públicamente lo que pretendidos divulgadores y algunos profesionales del mundo de la astronomía hicieron, reconozco que también pensé en un brillante astrónomo, que pensando en su jubilación, decide que se enciendan los focos sobre él – sin abandonar el discurso científico – para hacer caja o quizás explotar su nueva faceta de escritor mediante cierta  ambigüedad sobre la naturaleza de un objeto celeste que nos había visitado fugazmente.

Portada del libro de Avi Loeb, editado por Editorial Planeta en febrero de 2021

Hasta que hace unos días, me llegó su libro que leí en muy poco tiempo. Una portada también algo estridente con una cubiertilla (¿se dice así?) en la que se leía: «El libro que cambiará la historia de la ciencia» volvieron a poner en duda si invertir tiempo en su lectura. Sin embargo, no me pude resistir a leer los argumentos con detalles para afirmaciones extraordinarias.  Al finalizarlo, tras un par de días decidí, sin realizar una crítica literaria para lo que no estoy capacitado, expresar como he vuelto con cierto asombro a mi punto de partida,… con ciertos matices.

a) 1I/Oumumua: el objeto

El 19 de octubre de 2017 fue detectado mediante el sistema telescópico automático Pan-STARSS un objeto a 0,2 unidades astronómicas, alejándose de la Tierra. Este y otros telescopios detectan decenas de asteroides y cometas cada año, bien acercándose hacia el Sol o bien alejándose después de haber realizado el perihelio de su órbita. Inicialmente, de acuerdo a la normativa de nomenclatura de la Unión Astronómica Internacional (UAI) fue denominado como el cometa C/2017U1. Tras una observación más detallada se observó que no presentaba indicios de volátiles (constituyendo coma y/o cola) y fue re-clasificado como asteroide, pasando a denominarse A/2017U1. Hasta aquí todo normal, de la multitud de objetos nuevos que se detectan anualmente, muchos sufren una re-clasificación cuando son observados con detenimiento.

En apenas dos semanas que fue observable con los telescopios más potentes, nos percatamos de que se trataba un cuerpo diferente a todos los conocidos con anterioridad, este presentaba una alta excentricidad  y velocidad que situaba su tipo de órbita en una hipérbola (1,195), es decir, un objeto que no provenía de nuestro sistema solar. Así fue nuevamente re-clasificado -esto ocurría por primera vez en la historia de la astronomía-, como 1I/2017 U1. El «1I »indica el primer objeto interestelar detectado en lo que constituye su naturaleza de no procedencia solar.

Aspecto de la órbita de Oumumua obtenida desde la página de la NASA de SSD a partir de sus elementos orbitales

Evidenciaba su procedencia extrasolar también la orientación de su órbita respecto al plano de la eclíptica (122º), que situaban su posible punto de procedencia en alguna estrella en la dirección de la constelación boreal de la Lira, donde también se sitúa el Ápex del nuestro Sol.

Buscando observaciones inmediatamente anteriores del objeto en las que hubiera pasado desapercibido por su escaso brillo, fue posible localizarlo en imágenes  del proyecto de la universidad de Arizona de búsqueda de Neos, Catalina Sky Survey, así como en los telescopios espaciales solares SOHO y STEREO cerca del perihelio (9 de septiembre 2017), en el que alcanzó una velocidad de 87 kilómetros por segundo. El objeto fue observado durante apenas 15 días con los más potentes telescopios y radiotelescopios  en Tierra y espaciales, hasta que dejó de ser visible, y de esos pocos días se dedujeron de su comportamiento fotométrico una baja masa y tamaño y color posiblemente rojizo como los objetos que estamos observando de la zona de Plutón. Pero además de estas observaciones esperables, se observaron ciertas anomalías que no eran fáciles de explicar.

Aproximadamente un año después del descubrimiento,  Avi Loeb y Shmuel Bialy publicaban un paper en Astrophysical Journal Letters explicando estas anomalías [4]. La polémica estaba servida.

b) Avi Loeb: la hipótesis sobre las evidencias recogidas

Antes de continuar, dejar claro de lo que estamos hablando, y para ello quizás empezar por establecer de lo que NO estamos hablando.

No estamos hablando de hombrecillos verdes, no estamos hablando de avistamientos de objetos volantes no identificados, no estamos hablando de« contactos» en la tercera fase, no estamos hablando de vendedores de misterios al modo de teorías «antiguos alienígenas» (aquí podríamos entrar a trapo a hablar de cómo se establece una teoría en el marco de la ciencia), no estamos hablando de de opiniones pseudocientíficas que se venden con facilidad en canales de Youtube o redes sociales.

De lo que SI estamos hablando. Estamos hablando de ciencia sobre un objeto muy probablemente de procedencia interestelar, en el marco de las hipótesis recogidas a partir de las evidencias científicas, en este caso; observaciones astronómicas por un buen número de observatorios astronómicos profesionales y durante un breve periodo de tiempo, por desgracia. Este último sesgo, los pocos datos disponibles, es  según mi opinión, el que abre el debate: muy posiblemente si tuviéramos más observaciones, la naturaleza del objeto estaría zanjada.

De las observaciones realizadas, la primera anomalía que llamó la atención fue la aceleración que sufrió el objeto (apartándose de la exclusivamente  gravitatoria un 0,1%), propia de un cometa cuando sufre desgasificación en forma de jets de los elementos volátiles por su proximidad al calor del Sol. Sin embargo ningún telescopio, incluidas las observaciones durante  30 horas del telescopio espacial  de Infrarrojos Spitzer (NASA),  detectó presencia alguna de emisiones de CO2, muy propias de los cometas. Podemos imaginar diferentes hipótesis que expliquen este comportamiento, alguna de ellas la que suponen una abundancia de hidrógeno (en realidad casi con exclusividad), cuya sublimación no podría ser detectada por nuestros telescopios. Nunca hemos observado un objeto de esta naturaleza, aunque tampoco habíamos observado nunca un visitante extrasolar.

La segunda anomalía significativa es su forma. Aunque su pequeño tamaño (<100 metros)  y su lejanía hace imposible obtener unas mediciones precisas, de su comportamiento fotométrico –con variaciones de brillo cada casi 8 horas en unas 2,5 magnitud (factor de 10)- evidencia una forma marcadamente longitudinal de relación geométrica  hasta 1:10, lejos de las formas de cuerpos más raros detectados con simetrías axiales de proporciones 1:3. Primeramente se sugirió la forma de puro (la mayoría de las ilustraciones que circulan lo dibujan así), aunque posteriormente se estableció que la probabilidad era mucho más alta en la forma de «tortita». De su comportamiento fotométrico regular, era difícil compatibilizarlo con un objeto sufriendo desgasificaciones. Tampoco se detectó desintegración del núcleo.

La tercera anomalía, se trata de la velocidad del objeto.  Su velocidad era compatible con el marco de velocidades del sistema de reposo local (LSR) –las estrellas que comparten velocidades similares a las del Sol en la vecindad galáctica-, que implicaría que el objeto no ha sufrido una expulsión violenta de su sistema solar de procedencia de estas estrellas. El origen de otro sistema solar fuera del marco LSR, para alcanzar una compatibilidad con nuestro marco de velocidades, implicaría unas posibilidades bajas por lo ajustado del margen, aunque por supuesto no nulas, salvo cierta intencionalidad en ello.

En base a estas evidencias de anomalías detectadas, y alguna otra quizás menos clara, Avi Loeb desarrolla los cálculos para mostrar que el objeto tendría un comportamiento similar al de una vela solar, medio de propulsión propuesto para determinados viajes interestelares. Mantiene cierta ambigüedad en la explicación de si son restos de una vela solar, como se explica exactamente este comportamiento ¿mantiene una orientación adecuada en todo momento?.

Espectro de Oumuamua obtenido por el WHT (La Palma, IAC)

El curriculum del Dr. Avi Loeb, como ya hemos comentado anteriormente, es impresionante, y más allá de la posible falacia de autoridad  (a favor de sus argumentos) en la que podemos caer con facilidad por su brillante curriculum y prolíficas publicaciones en diferentes campos de la astrofísica (agujeros negros e universo primitivo principalmente), hay que decir que todas sus publicaciones al respecto de Oumumua  (su primer paper [4] no es el único al respecto del objeto)son impecables desde el marco de desarrollo de hipótesis científicas  y han sido publicadas en revistas de prestigio de revisión por pares.

 El resto son titulares periodísticos, que pueden beneficiarlo o no, pero que no pueden o no deben poner en duda su profesionalidad como científico. Poner en duda esto último también  constituye una falacia (Ad hominem); la descalificación del autor de una hipótesis  y no la de contra-argumentar los desarrollos de sus evidencias que le permiten formular su hipótesis.

El 30 de agosto de 2019, un aficionado Ucraniano, G. Borisov,  descubría utilizando un telescopio de 65 cm, un objeto con  una alta velocidad (30 kilómetros/s) y cuyos parámetros orbitales lo situaban como objeto extrasolar, con una inclinación de 45º sobre la eclíptica. Las observaciones iniciales de este objeto revelaron una clara naturaleza cometaria, obteniéndose espectros en diferentes telescopios gracias a esta actividad y probablemente de un tamaño de entre 2 y 15 kilómetros de diámetro. El 2I/Borisov constituía así el segundo objeto interestelar detectado por la humanidad, aunque este no presentaba las anomalías propias del primero, y nos era mucho más familiar, por su comportamiento similar a nuestros cometas.

c) Antes de empezar  a estirarnos de los pelos

Para los que ya peinamos algunas canas y llevamos en esto de la astronomía unas décadas, antes de estirarnos de los pelos, tengamos en cuenta algunas consideraciones.

Venimos de una época de triunfo mediático de los llamados despectiva y coloquialmente «magufos». En las principales cadenas de televisión (pública y posteriormente privada) y de radio, hubo una época de completo éxito de personajes que abordaban fenómenos  y pseudociencias, desde supuestos argumentos científicos. La ciencia se construye con evidencias y reproducibilidad, no con argumentos. Los programas de «misterio» sobre extraterrestres, presuntas manifestaciones del más allá, construcciones peculiares antiguas en las que intervienen seres extraños, etc… proliferaron y han hecho siempre muy buena caja gracias a su audiencia, atrapada por el halo «inquietante» que los envolvía, mientras que los documentales de divulgación científica habitualmente no han generado un impacto de audiencia destacado.

La ciencia ficción de Hollywood (con mucha ficción y poca ciencia) tampoco ha ayudado en mucho, y menos  –dicho sea de paso-  la formación reglada que no recibimos sobre el criterio para evaluar evidencias y comprensión de la estructura del método científico, tanto en enseñanzas medias  como  carreras universitarias no científicas. Este problema de ignorancia científica  por desgracia lo podemos observar actualmente en la interacción con redes sociales en casi cualquier lugar donde se trate un tema de índole científica, llegándose a negar bochornosamente conocimientos adquiridos, confirmados y consolidados en ciencia.

Poster de la película Independence Day. Copyright 20th Century Fox

Es por ello que las barbaridades que hemos tenido que escuchar durante bastantes años y que actualmente escuchamos, nos han llevado a muchos a un «rechazo» casi visceral de todos estos personajes, que utilizan adecuadamente temas  atractivos para el público, para -aprovechándose de su  ignorancia científica  seguir haciendo caja con una audiencia siempre notable. Sería una verdadera pena que un trabajo tan atractivo como el realizado por Loeb, fuera utilizado desde estos sectores  para aumentar su audiencia, y es el único juego que veo peligroso y quizá reprochable…nos movemos en un terreno peligroso en la interpretación social si algunos temas se tratan con ambigüedad.

Nos hemos formado en la comprensión el universo, y en las versiones cambiantes del mismo. Conocemos las leyes físicas universales y sus limitaciones, la determinación de distancias interestelares, los procesos de formación estelar y planetaria, los diferentes escenarios que vamos descubriendo y ciertas limitaciones físicas, las cuales se aplican inevitablemente para una comunicación extraterrestre,  en el caso que pudiéremos detectar que no estamos solos en el universo -aspecto más que probable-. Conociendo las evidencias contrastadas, lo lógico es construir ciencia respecto a ellas y no respecto a opiniones o creencias fantasiosas.

Qué el primer cuerpo interestelar descubierto por la humanidad sea los restos de tecnología extraterrestre, nos rechina a muchos los dientes, estoy seguro, nada más leerlo.

Conocemos el principio de la navaja de Occam, aquel que nos dice que «entre dos fenómenos explicados de forma diferente en igualdad de condiciones, el que utiliza la expresión más sencilla suele ser cierta». No es un principio irrefutable, pero la naturaleza tiene la manía de habitualmente comportarse de acuerdo a esta forma de simplicidad, según recogió un fraile franciscano en el siglo XIV, y que sigue vigente.

¿Podemos aplicar la navaja de Occam en este caso?

Nos podemos preguntar, si un objeto natural –posiblemente cometa  extrasolar- sometido a ciertas circunstancias muy poco habituales –pero explicables-  respecto a nuestro rutinario escrutinio de objetos en órbita solar, ¿es la explicación más sencilla respecto a la de origen de restos de una nave alienígena de Loeb?

Paremos en este instante; solo el hecho de plantearnos esto desde una perspectiva científica, lejos de escenarios «extraños envueltos en misterio» -algunos de ellos descritos anteriormente-, es un triunfo de la ciencia, con independencia del resultado o conclusión a la que se llegue. Se puede concluir que nuestro conocimiento del universo va en aumento, y que vamos superando sesgos observacionales que nos impiden llegar a comprender mejor el firmamento.

Lo cierto es que las explicaciones «convencionales» entendiendo como tales las de un  cuerpo natural, parecen sonar más desfavorables si aplicamos la navaja de Occam: Oumuamua es un cometa extrasolar, lanzado con una velocidad cuanto menos curiosa desde otro sistema solar, aplastado por las fuerzas de marea en las proximidades del Sol (o anteriormente de otra estrella o cuerpo masivo) con una composición extraordinariamente porosa y liviana, sin la presencia de los hielos volátiles habituales, quizás formada exclusivamente por hidrogeno molecular….es posible, pero no parece lo más probable.

La gente que sólo tiene un martillo… ¿no ve más que clavos?

Esta afirmación-cuestión es muy buena.  Avi Loeb –como ya hemos citado-  trabaja en un proyecto sobre impulsión de velas solares para pequeñas naves (denominadas StarChip) con destino a la estrella más cercana, la estrella de alfa del  Centauro (sistema triple, cuya enana roja –Proxima Centauri- tiene un planeta terrestre en la zona de habitabilidad), alcanzando velocidades de un porcentaje apreciable de la velocidad de la luz. La finalidad es llegar allí en unos 20-25 años y enviar  información (que nos llegaría en algo más de 4 años). Podríamos decir que es un especialista en velas solares y casualmente tras un par de años trabajando en este proyecto, ve en Oumumua una vela solar. ¿Casualidad? ¿Intenta promocionar el proyecto en el que está involucrado?¿tiene un martillo y todo lo que ve son clavos?

Un martillo. Crédito Amazon

Me vais a permitir contestar a estas preguntas,  que a mí también me rondaban la cabeza, con las respuestas que el  propio Loeb ofrece en su libro, quizás algo desordenadas cronológicamente, porque aquí, hemos venido a hablar de su libro:

…“Al igual que la búsqueda de señales de civilizaciones inteligentes fue solo una idea pasajera. Y tal vez la habría dejado de lado si me hubiera podido  sacar de la cabeza el StarChip” ….

“Es una hipótesis extravagante, de eso no cabe duda. Pero no lo es más que otras hipótesis que se han propuesto para explicar las atípicas características de Oumuamua”….

”Atribuir al objeto una forma de vela solar puede parecer algo estrafalario, pero no hay que hacer ninguna suposición osada. Shamuel y yo seguimos un camino lógico. Seguimos los indicios y, en la gran tradición dictada por la labor detectivesca de la ciencia, nos atuvimos fielmente a la máxima de Sherlock Holmes: cuando se ha descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, ha de ser la verdad. De ahí nuestra hipótesis: Oumuamua ha de ser artificial”….

 “Contesté que sí, como le sucede a todo el mundo, mi imaginación se guiaba por lo conocido; y sí, como sucede a todo el mundo, mis ideas se inspiraban en aquello en lo que trabajaba. Pero tendría que haber añadido algo: el problema del proverbio [de que quien tiene un martillo solo ve clavos] es que hacía hincapié en el martillo más que en la persona que lo empuñaba. Los carpinteros más hábiles no ven clavos por todas partes, de eso no hay duda, pero es que, además, están preparados para diferenciar entre clavos que sí ven”…

Capítulo: Hipótesis de la vela solar

    … “Todos mis estudios reflejan un principio básico innegociable: el contacto con los datos”…”En oposición a las modas de las redes sociales, el progreso científico se mide por cuánto se acerca una idea propuesta a la verdad. Este hecho, plenamente aceptado sugiere que los físicos medirían su éxito por lo bien que concuerdan sus ideas con los datos, más que por lo populares que sean esas ideas”…

Capítulo: Aprendamos de los niños

d) El libro «Extraterrestre» de Loeb

No hubiera escrito estas líneas si el libro no me hubiera gustado, aunque eso no quiere decir que convencido, respecto su hipótesis formulada de Oumumua como restos de una nave alienígena, en concreto de una vela solar. Dejar pasar esta oportunidad, a pesar que el protagonista estos días son las naves que se acercan a Marte, no hubiera sido justo doblemente. Por el significado de Oumuamua; el primer objeto interestelar descubierto por la humanidad (que ya ha pasado a los libros de historia de la astronomía)  y por las atrevidas hipótesis del Dr. Loeb, coherentes con los escasos datos que disponemos. Así por tanto, creo que se merece una entrada en mi modesto blog, lo más aséptica e imparcial posible.

Se han escrito y se escribirán todavía algunos ríos de tinta al respecto. Pero no hay más datos que los que hay, como el propio Loeb reconoce. La utilización malintencionada de una hipótesis científica coherente en beneficio de propósitos seudocientíficos seguro que será utilizada ante un público que ignora la ciencia. Esta es la mala noticia para la divulgación científica.

La buena noticia es que su libro es un ensayo arriesgado- que el autor se puede permitir- a pesar que la mayor parte de la comunidad científica actual  aún vea con incredulidad y escepticismo la búsqueda de vida inteligente.

Como ya dije, no voy a entrar a evaluar su calidad literaria, ni tengo conocimientos de ello, ni pretendo. El libro me ha parecido muy agradable de leer, aunque reiterado en algunos conceptos, de fácil lectura y con algunas  pinceladas excesivamente personales en alusiones a su pasada juventud. No eran necesarias, aunque no desagradan.

 El libro es claro y casi doy por seguro que ciertamente apasionante para todos aquellos que seguimos tanto los orígenes de SETI [5] como las estrategias de búsqueda de inteligencia extraterrestre y posibles noticias vinculadas con ello. Las reflexiones sobre filosofía de nuestra propia existencia como seres inteligentes que habitamos la Tierra y expectativas de un universo probablemente poblado con otras inteligencias extraterrestres, son realmente interesantes, aunque tampoco muy nuevas.

Naturalmente habla profusamente de Oumuamua y de sus argumentos en pro de su hipótesis de un origen artificial. También trata los argumentos ofrecidos por el resto de científicos (al menos los más conocidos) en pro de un objeto natural de extraño comportamiento.

Habla de las dificultades de hacer ciencia en el campo de la búsqueda de inteligencia extraterrestre, aunque no tanto de la búsqueda de vida (biomarcadores), siendo consciente que hace tan solo unas décadas eso mismo campo parecía una locura por falta de detección de exoplanetas y hoy una probabilidad cada vez más plausible.

Mantiene el discurso sobre algunos campos aún estériles de la física teórica, que resultan de búsquedas sin evidencias, cuando las evidencias –al menos en términos de probabilidad- en la búsqueda de tecnomarcadores de otras civilizaciones en nuestra galaxia pueden ser más que obvios, en un sugerente malabarismo que justifica nuevos campos de investigación, mucho más allá del proyecto StarShot. Según Loeb la ciencia necesita cambiar ciertos paradigmas basados en la comodidad de los caminos avalados por el apoyo institucionalizado habitual.

También encontramos reflexiones sobre nuestra supervivencia como especie, en términos que el lector apasionado de estos temas va a encontrar familiares; paradoja de Fermi o el Gran Filtro.

Loeb ya avisa al principio del libro que algunas veces se le puede tachar de infantil en sus conclusiones o ideas, pero realiza -a mi parecer- un discurso elegante, atrevido, pero sin perder el control: “Oumuamua es un equipamiento tecnológico extraterrestre. Es una hipótesis, NO una afirmación contrastada”.

…” A veces, casi por accidente, algo excepcionalmente raro y especial se cruza en tu camino. La vida da un giro cuando ves claramente lo que tienes por delante”…

Espero que disfrutéis del libro y en todo caso, si no lo leéis, que hayáis disfrutado de esta entrada, hecha con entusiasmo., y recordad, si os gustan mis entradas no dejéis de comentarlas, compartirlas o suscribiros al blog.

¡Un saludo y a cuidarse mucho!

Referencias del Texto:

[1] https://cielosestrellados.net/cruzando-el-universo-radio-castellon-cadena-ser/ y https://www.ivoox.com/escuchar-cielos-estrellados_nq_663588_1.html

[2] Proyecto Starshot: llevar naves diminutas de exploración a la estrella más cercana. https://breakthroughinitiatives.org/initiative/3

[3] Oumuamua, el primer visitante extrasolar detectado por la humanidad. https://ssd.jpl.nasa.gov/sbdb.cgi#top

https://www.nasa.gov/feature/solar-system-s-first-interstellar-visitor-dazzles-scientists

https://www.iau.org/news/announcements/detail/ann17045/

https://www.researchgate.net/publication/333678739_Modeling_the_light_curve_of_Oumuamua_evidence_for_torque_and_disc-like_shape

[4] https://arxiv.org/pdf/1810.11490.pdf

[5] SETI: Búsqueda (científica) de Inteligencia Extraterrestre. https://www.seti.org/ Por cierto, los radiotelescopios Allen Array (Universidad Berkeley, EEUU) «escucharon» Oumuamua en busca de algún tipo de emisión, sin recibir ninguna señal.

[6] Estrella Tabby: Estrella rodeada de un extraño «anillo» que bloquea su luz, y no se trata de un exoplaneta. https://es.wikipedia.org/wiki/KIC_8462852

[7] Algunos de sus papers de mayor impacto se pueden encontrar aquí. https://academictree.org/astronomy/publications.php?pid=249772

13 comentarios en “El misterio de Oumuamua ¿nos visitó una nave extraterrestre?

  1. Debo admitir que no conocía su blog, pero esta entrada me ha encantado y, de aquí en adelante, me declaro fan absoluto de usted y sus entradas en este blog. Soy un simple aficionado a la astronomía y la astrofotografía, deseoso de recibir información clara, coherente, y alejada del amarillismo y el forofismo que se respira en muchos blog y foros.

    Enhorabuena por esta entrada en particular, y por el blog en general.

    Un saludo.

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  2. Muy interesante su postura. Ahora, yo en lo de Loeb veo mucha…demasiada arrogancia. El tipo destina buena parte del libro a regodearse en «su posición de privilegio»…que razones no le faltan?. Claro, pero la arrogancia y el envanecimiento se llevan a las patadas con la Ciencia.

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    • Cierto. Ejerce la falacia de autoridad (aunque en el libro lo hace con cierta elegancia a veces y torpemente en otras )…..pero por desgracia eso creo que ocurre mucho en el estamento de la ciencia (no en la ciencia). Lo convencional tiene recorrido…lo atrevido, si no gozas de cierto prestigio, es ignorado. Las personas de SETI se han ganado su valía a «guantazos» desde hace décadas, y solo desde hace unos pocos años, con el descubrimiento de exoplanetas (descubrimientos que desde estamentos científicos se decía que sería imposible su detección, si es que existían), se han vuelto a considerar de cierta valía….la ciencia se realiza por científicos, que son personas, por eso nunca estará exenta ocasionalmente de rivalidades, pugnas de popularidad y sobre todo, envidias.

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  3. La primera impresión del objeto es que es un pedrusco, sin menospreciar todas las concienzudas medidas de sus características hechas, no sé si esta opinión es una aplicación correcta de la navaja de Occam…

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    • Muchas gracias por leer la entrada. Pues ciertamente me siento contrariado respecto a la aplicación de este principio metodológico. Si consideremos que las dos explicaciones que confrontamos, que se basan en los mismo datos observaciones, son plausibles respecto al desarrollo coherentes de sus hipótesis, quizás sea tentador decir que Occam sería favorable a que se trate de una vela solar. Las hipótesis de un objeto «clásico» a mi parecer son un poco artificiosas en el sentido que me da la sensación que busquen explicaciones extraordinarias para ajustar el comportamiento observado del objeto. Esta apreciación es personal, por eso no empiezo a menospreciar la atrevida hipótesis de Loeb, y empatizo con él cuando es atacado incluso de forma personal (falacia Ad Hominem) en vez de atacar al desarrollo de su hipótesis. La ciencia no se construye nunca sobre la descalificación, tampoco se critica la falacia de autoridad desde otra falacia idéntica, algo que también se está realizando desde el mundo profesional. Me parece vergonzoso «ver quien la tiene más grande» (además que es Loeb quien la tiene más grande indiscutiblemente :https://www.cfa.harvard.edu/~loeb/vitae.pdf), ante esto, se recurre a la técnica de «miles de usuarios no pueden estar equivocados» ( ¿en serio eso es un argumento en ciencia?). También pienso que la personalidad de Loeb y su comportamiento hacia los medios y en el entorno profesional (ya hemos visto su desconsideración estos días con Tarter, aunque luego se disculpara), no ayuda tampoco en mucho. Pero para no hacer más larga la respuesta,… creo que es muy posible que tengamos unos datos muy sesgados debido al breve periodo de tiempo que fue observado y a la distancia –ya lejos- a la que lo pudimos observar… es por esto que de momento es una situación un poco enquistada. Necesitamos más datos (observaciones) que no vendrán ya de este objeto, si no de lo capaces que seamos de localizar y analizar objetos similares en los próximos años. El telescopio Vera Rubin es muy posible que nos dé una respuesta al comportamiento de Oumuamua, cuanto empecemos a detectar muchos otros cometas extrasolares y analicemos su comportamiento, mientras tanto, pues lo que hay es lo que hay. Lo peor de la situación, que los medios sensacionalistas hagan de una discusión científica, su agosto de «misterio alienígena» y «teorías de antiguos astronautas ebrios» desvirtuando la hipótesis de Loeb. Lo mejor, ver como se hace ciencia y como se refutan o no hipótesis. Espero haberte contestado. ¡Muchas gracias!

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  4. Muy buen articulo, La verdad ,es que esto ya no tiene solución, el objeto se fue y ya no hay manera de seguir investigando,lo unico que tenemos son hipótesis y conjeturas. Sinceramente, El primer cuerpo Interestelar que descubre la humanidad, y lo detectamos tarde, si lo hubiéramos visto cuando paso cerca de la tierra ahora posiblemente sabríamos de que hablamos.
    Aunque Claro, que lo descubriéramos tarde ha dado pie a todo esto.. mmmmmmm 🙂

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    • Cierto, pero la mera hipótesis científica (vamos, que no sea la idea de un iluminado que se inventa -loquesea- para ver ovnis y seres interdimensionales), sobre este objeto desde la perspectiva del formulismo científico -aunque finalmente sea refutada o no- yo encuentro que es algo apasionante. ¡Gracias por el comentario!

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