Otoño de 2015: eclipse total de Luna, lluvia de estrellas y los objetos del cielo

Otoño de 2015

Eclipse total de Luna, lluvia de estrellas y los objetos del cielo

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El caluroso verano de 2015 —especialmente, en la costa levantina— prácticamente toca a su fin. El gran número de actividades de astroturismo que hemos realizado este verano por toda la provincia de Castellón nos hace percatarnos de que, sin duda, la atracción por la astronomía entre los ciudadanos se encuentra en plena expansión y de que el verano constituye —cuanto menos— la temporada alta de esta modalidad. Es un hecho que el turismo está cambiando desde hace unos años, y hemos pasado de un turismo tradicional de «sol y playa» a un turismo activo, con inquietudes culturales y con especial atracción por la interpretación y disfrute de lo que la naturaleza, lejos de los smartphones, tablets y luces de la ciudad, nos puede ofrecer. Y, sin duda, con resultados objetivos en mano, la interpretación y observación del cielo constituye un atractivo para todos los públicos.

Ahora nos encontramos preparando las actividades de otoño. Las temperaturas descienden, los mosquitos desaparecen, las noches son más largas y oscuras, y los objetos del cielo cambian respecto a los del verano de forma sustancial e interesante. La demanda y la oferta de actividades se realiza desde otra perspectiva, aunque manteniendo la misma pasión por transmitir aquello que tenemos sobre nuestras cabezas, y que no sólo nos abre una ventana a un universo increíble y cambiante, sino que nos proporciona una perspectiva real de nosotros mismos; habitantes de un frágil planeta en una estrella mediocre, casi en la periferia de una galaxia corriente llamada Vía Láctea, observable a simple vista en una noche oscura como una franja blanquecina, que se encuentra en un universo —poblado de otros 100 000 millones de galaxias al menos— en acelerada expansión desde hace unos 14 000 millones de años. Una lección de humildad, una lección maravillosa de lo que nuestra mente, mediante nuestra mejor herramienta —la ciencia— es capaz de lograr y comunicar a nuestros semejantes.

El cielo de otoño

El equinoccio (igual duración de la noche —que del día, se sobreentiende—) de otoño se produce en nuestro hemisferio el próximo miércoles 23 de septiembre a las 10 horas y 21 minutos, y finalizará el 22 de diciembre. Esta estación durará exactamente 89 días y 20 horas. Recordemos que la órbita de la Tierra alrededor del Sol es elíptica, y no se recorre a velocidad constante ni, por lo tanto, los tiempos de las estaciones son iguales.

Al otoño se le suele asociar popularmente con cierta «melancolía y decaimiento», probablemente, en parte, porque finalizan los largos días de verano en los que hemos disfrutado de períodos vacacionales, buen tiempo atmosférico con ausencia de lluvias (anticiclónico mayoritariamente) y unas temperaturas muy agradables, que nos han permitido socializar y salir de nuestros hogares para disfrutar de actividades al aire libre, de forma mucho más frecuente y durante más horas que durante el resto de estaciones del año. Además, en el conocido retorno cíclico de las estaciones, sabemos que el otoño, que en muchos árboles se traduce en unos preciosos cambios de coloración, precede a la estación mas «dura» y de «recogimiento» que supone el invierno. Desde este punto de vista, es posible que no nos produzca inicialmente una alegría el cambio de estación que acontece estas semanas.

Pero os voy a alegrar el instante. La estación otoñal no sólo nos va a proporcionar un alivio de las temperaturas altísimas que hemos sufrido este verano (con récords de temperaturas máximas registradas en decenas de años en muchos puntos del Mediterráneo), sino que nos va a proporcionar también un cromatismo cambiante y diverso bellísimo en la vegetación; para mí, un auténtico «canto» a la belleza de la naturaleza. Además, también nos proporcionará unas noches más largas (cada día se acorta en unos 3 minutos de duración respecto al anterior) y, sobre todo, más oscuras, donde nuevamente podremos volver a contemplar las constelaciones y asterismos que hace un año no veíamos e, incluso, si alargamos la sesión, el magnífico e impresionante cielo de invierno. El cambio más notable, que nos hará conscientes de esta transición hacia la estación invernal, se producirá el 25 de octubre, con el cambio de hora habitual.

A primeras horas de la noche de principios del otoño, hacia el horizonte Oeste, aún dominan las constelaciones que conforman las estrellas del triángulo de verano: Cisne, Lira y Águila. Pero cerca de nuestro cenit, encontramos un gran vacío presidido casi verticalmente por el gran cuadrado de Pegaso y Andrómeda. Por debajo de ellas y hacía el horizonte Sur, donde durante el verano disfrutábamos de las zonas más densas de nuestra galaxia con Escorpión y Sagitario, ahora se encuentran distribuidas unas constelaciones mucho menos reconocibles, como Acuario, Piscis y Cetus. Grandes constelaciones en extensión, pero, por desgracia, pobres en estrellas brillantes que le den un reconocible asterismo con protagonismo.

Hacia el horizonte Oeste, empiezan a asomar las constelaciones que presidirán el invierno, destacando hacia el Noreste la brillante estrella Capella, de la constelación del Cochero (Auriga). Hacia el Norte, la «w» de Casiopea alcanza su punto más alto, mientras que la Osa Mayor se encuentra en su momento mas bajo, apenas por encima del horizonte Norte. La constelación de Perseo, nuestro particular héroe mitológico, empieza a cobrar protagonismo al alzarse tras Casiopea. Aprovechemos esta zona norte, muy rica en objetos, que contrasta con la zona cenital y, especialmente, con el Sur.

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El cielo en las noches de otoño (Fuente: AAS)

La ausencia de planetas visibles a simple vista, excepto Júpiter, Marte y Venus por la madrugada, marcan esta estación. Especial atención a las conjunciones a principios de octubre, que darán un bonito espectáculo, con Venus como protagonista en su máximo brillo.

El eclipse total de Luna del 28 de septiembre

Con la primera Luna llena del otoño (algunas veces llamada Luna cosechera o Luna de los cazadores), nos llega uno de esos eventos astronómicos por los que merece la pena observar el cielo. Aunque la denominación de este fenómeno astronómico se está extiendo entre ciertos aficionados a la astronomía y algunos medios de comunicación como «Luna de sangre», yo prefiero quedarme con la denominación del fenómeno tal y como se le ha llamado siempre por aquí, y como se le conoce en la comunidad astronómica: un simple y bello eclipse total de Luna, la alineación perfecta en el espacio del Sol, de la Tierra y de la Luna.

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Visibilidad del Eclipse total de Luna del próximo 28 de septiembre. La zona en rojo lo contemplará completo. (Fuente: F.S – NASA)

El eclipse total de Luna será visible en todo nuestro estado. La no tan buena noticia es que ocurre la madrugada de un domingo a un lunes y, por lo tanto, sólo estará al alcance de aquellos que estén dispuestos a pasar sueño.

A las 20:26, hora local, saldrá la Luna sobre el horizonte, encontrándose en la constelación de Aries. Recreémonos en la intensidad de su brillo, que ilumina todo el paisaje nocturno conforme va ganando altura en el horizonte. El inicio del eclipse se producirá imperceptiblemente a las 02:12 con la Luna a unos 50° de altura. El fenómeno empezará a ser visible a simple vista a las 03:07 con la Luna a 47° de altura, como un «mordisco» en nuestro satélite por la sombra de nuestro planeta. La iluminación del paisaje irá cayendo significativamente conforme nuestro satélite natural se adentre tras la sombra de la Tierra.

El inicio de la fase de totalidad será a las 04:11 con la Luna a 39°, y medio eclipse se producirá a las 04:47 con la Luna a 34°. Fijémonos en cómo de oscura se ha tornado la Luna y su coloración tan llamativa. No es de extrañar que la predicción de estos eclipses (junto con los de Sol) fueran temidos en la antigüedad, cuando nada se conocía de las Leyes de Kepler o de la Ley de Newton de la gravedad.

El fin de la totalidad será a las 05:23 y el fin de la parcialidad, a las 06:27. Por lo tanto, podemos decir que tenemos toda la madrugada para seguir un fenómeno astronómico que no era visible en estas condiciones desde 2008, y que no volveremos a ver hasta el 27 de julio de 2018.

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Eclipse total de Luna; 17 de agosto de 1989. (Diapositiva. Nikon F70)

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Eclipse total de Luna; 3 de marzo de 2007 (Nikon D70s)

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Eclipse total de Luna y Hembra del Mar; 3 de marzo de 2007 (Nikon D70s).

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Eclipse total de Luna, agosto 2008 (Nikon D70s).

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Eclipse total de Luna (durante la parcialidad), agosto 2008 (Nikon D70s).

Esta ausencia en la visibilidad de eclipses de Luna no es porque sean raros, sino porque, para nuestra posición geográfica, los últimos eclipses de Luna visibles han sido parciales, penumbrales o sólo se han podido observar sus fases finales.

Es, por lo tanto, un evento que no deberíamos dejar pasar. Cabe mencionar que es durante la fase de la totalidad del eclipse cuando la Luna, completamente inmersa en la sombra de la Tierra, se vuelve de coloración rojiza o intensamente rojiza (en función de la altura y de las condiciones meteorológicas, en especial, del polvo en suspensión a alta altura), debido a la desigual refracción entre la luz roja y la luz azul procedente de nuestra estrella y refractada por la atmósfera de la Tierra.

El eclipse puede ser especialmente oscuro según se dispersen o no las cenizas de algunos de los volcanes en activo estas últimas semanas, en especial, el de México, que al día de redactar estas líneas (13 de septiembre), parece que está cobrando especial actividad.

También cabe comentar que el eclipse se produce con la Luna cerca del perigeo, por lo que, seguramente, será un fenómeno mediático con titulares poco acertados en más de alguna publicación o informativo de noticias.

Las otras dos lunas llenas del otoño se producirán el 27 de octubre y el 25 de noviembre… Por cierto, si hacemos números, podemos darnos cuenta de que, contrariamente a la creencia popular, las fases lunares no se repiten cada 28 días, sino cada 29 o 30 días.

Las lluvias de estrellas

En otoño, podemos disfrutar de la lluvia de las Oriónidas, cuyo máximo se alcanzará la noche del miércoles 21 de octubre, si bien, la fase lunar molestará para su observación.

Sin duda, entre las lluvias de estrellas conocidas, las protagonistas volverán a ser las mediáticas Leónidas, procedentes del Tempel-Tuttle y que provoca una espectacular actividad cada 33 años, que tendrán su máximo la noche del 17 al 18 de noviembre, a dos días del creciente lunar. Pero no nos engañemos, a pesar de su popularidad, no son una lluvia que podríamos considerar espectacular, pues, habitualmente, su THZ (tasa horaria cenital) no supera los 20-30 meteoros por hora.

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Leónida en la noche del 17 de noviembre de 2002 desde Pista de la Pobla Tornesa (Diapositiva, Nikon F70).

Las Gemínidas en diciembre es una lluvia procedente del asteroide Faetón (un cometa extinto con alta probabilidad, perteneciente a la familia «Palas» del Cinturón de Asteroides), y es habitualmente más intensa que las Leónidas e, incluso, que las Perseidas de agosto. Lo que sucede es que —al igual que las Cuadrántidas en enero— son menos mediática por la época del año en la que se producen. Su máximo tiene lugar el domingo día 13 de diciembre y su THZ habitual se considera de unos 120 meteoros por hora. Este año se encontrará en buenas condiciones de observación, por lo que no deberíamos perdérnosla pese al frío. Con ella, despediremos los eventos astronómicos del otoño, salvo sucesos inesperados como cometas, explosiones de supernovas o impactos de asteroides.

Las actividades astronómicas confirmadas para este otoño, se recogen y se irán actualizando en la pestaña de «Actividades 2º semestre 2015» de este mismo Blog.

Espero que encontréis la entrada interesante. ¡Gracias por leerme!

8 comentarios en “Otoño de 2015: eclipse total de Luna, lluvia de estrellas y los objetos del cielo

  1. Me encanta mirar el cielo a travèz de los ojos de un experto.
    Gracias por divulgar y comartir a nuestro maravilloso universo…saludos cordiales dèsde Aguascalientes Mėxico

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